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'Mi esperanza es ayudar a proteger el proceso de paz': Mockus

Desde Londres, el exalcalde de Bogotá habló con optimismo de los diálogos y el futuro del país.

El 26 de septiembre del 2013 hablé con Antanas Mockus sobre el proceso de paz. Él iba en camino a dar una conferencia sobre la cultura de paz en el Instituto de las Américas, de la Universidad Colegio de Londres, y nuestra conversación fluyó a la par del optimismo que compartimos acerca de que este proceso de negociación va a lograr un acuerdo para construir una Colombia en paz.
Sus palabras me confirmaron que no es ingenuidad lo que alimenta nuestra visión, sino la confianza que tenemos en la capacidad de los colombianos para construir una sociedad sin guerra. Empezamos con una pregunta obligada:
En octubre del 2012, usted había ofrecido mil horas de su tiempo si las Farc y el Gobierno llegaban a un acuerdo antes de 9 meses. ¿Por qué no se había llegado a un acuerdo?
Mi opinión influyó poco. Tengo la secreta esperanza de que en algún momento pensaron en el tema del ritmo, pero no por las consideraciones mías.
* * *
Expuso en pocas palabras que al diseñar una agenda de paz era importante establecer un mecanismo para medir el ritmo de las negociaciones; sin embargo, honestamente aclaró que en su oferta había una “dimensión egoísta”. Y precisó : “Esa paz me la quiero gozar yo; quiero ser parte de un proceso con el que he soñado”.
Su respuesta me mostró que tenía una gran dosis de esperanza y que no había perdido la capacidad de imaginarse un país en paz. Se me ocurrió entonces esta pregunta:
¿Cree que el Gobierno y las Farc tienen la capacidad de imaginar un país en paz?
Creo que nunca se pierde esa capacidad. Es el delirio estratégico, es decir, el juego entre la astucia propia y la astucia ajena, a través del cual uno ve lo peor del otro y teme todo tipo de trampas, lo que limita esta capacidad.
Evidentemente, también tenemos capacidad para el mal; pero en Colombia todos tenemos experiencias de confianza muy fuertes que nos han rescatado de la incredulidad total. La Constituyente de 1991, que abrió un compás de esperanza y permitió que liderazgos que eran destructivos se convirtieran en liderazgos constructivos, demostró que tenemos una capacidad de generosidad enorme.
¿Qué habrían podido hacer las Farc y el Gobierno hoy de aquello que han dejado para mañana?
En esta negociación hay “un enfoque claro hacia la terminación del conflicto armado”.
Y resalta la importancia de no hacer juicios apresurados: “Uno está viendo el proceso desde lejos, así que uno puede ser tremendamente injusto”.
Sin embargo, le parece que “la crisis que generó la propuesta del referendo se resolvió bastante rápido. Yo me imaginé que podría ser una crisis donde perdiéramos semanas, y fueron más bien horas”.
A pesar de que dejó entrever que, cuando se hace referencia al tema del ritmo, hay que cuidar el lenguaje porque “hay mucho dolor de por medio”, advirtió que “si nos demoramos otros 20 años en resolver la guerra, el autorreproche sería tremendo, porque en ese momento entenderíamos que la habríamos podido resolver en meses. La nueva institucionalidad para apoyar al agro contiene reformas que se pueden hacer en dos años máximo; me parece muy prudente el plazo de 10 años para construir la paz”. No obstante, hay que pensar en términos de “meses para firmar el acuerdo y años para implementarlo”.
¿Realmente cree que es posible llegar a un acuerdo en seis meses si se desarrollaran unas negociaciones lógicas bien estructuradas que buscan el fin del conflicto armado?
“Sí, yo creo que entre la decisión de irse en línea recta a buscar el fin del conflicto armado y el momento en que se firme el acuerdo hay posiblemente menos de seis meses. La demora abre posibilidades de desconfianza”.
A buen ritmo sube la moral. “Ahí sí viene el dicho de que la pereza es la madre de todos los males”.
“Hay que enfocarse en el plan A, que es la paz”. Y hay que “ir por el camino más directo y más sincero. Y eso requiere un saber metodológico que imagino que los países acompañantes están ayudando a implementar”. Además, está la experiencia que tenemos de las negociaciones pasadas.
¿Cómo evalúa la actitud de la sociedad colombiana frente al proceso de paz?
“La sociedad entendió y aplaudió que se hubieran dado negociaciones secretas”.
Antanas considera que la sociedad ha comprendido la complejidad del conflicto. “¿Se acuerda de la frases de ‘Tirofijo’ que lo hicieron rey de burlas: ‘Me mataron las gallinas’? Con eso estaba diciendo que él también fue víctima, lo que es totalmente legítimo”. Hoy más gente entiende que “alguien puede ser al mismo tiempo víctima y victimario”.
La mayoría de los colombianos apoyan el proceso de paz, pero, al tiempo, no están dispuestos a acoger el liderazgo de las Farc en la política. ¿Usted qué le dice a esa mayoría?
Entiendo perfectamente su posición. Yo anduve 9 meses con un chaleco antibalas, encontrando una manera de responder a la amenaza de las Farc. Pero vivir amenazado no es vida. El tema de la extorsión y el imperio territorial que ejercen las Farc en muchas zonas del país es cruel. Si la transición se cumple, bien habrá una nueva identidad colectiva en el país. Los colombianos habremos ampliado el común denominador entre nosotros. La transición servirá de plataforma para que nazcan nuevas organizaciones”, y la gente tendrá que decir: ‘No solo tuvimos que perdonarlos, sino que tenemos que aguantarnos que les vaya bien’.
¿O sea que hay que tener una dosis de grandeza para perdonar los dolores causados y ser generoso con el otro para imaginarse un futuro?
Sí. Yo dono mil horas para que me pongan trabajo y estoy dispuesto a trabajar más, aunque sea solo para mostrar mi buena voluntad. Caricaturescamente, uno podría decir: ‘Esos tipos me parece que han causado un daño terrible, pero me les voy a poner a la pata porque creo sinceramente que quieren dar un paso de transformación y le van a hacer mucho menos mal al país incorporándose al espectro político. Y de pronto hasta le hacen bien’.
Las sociedades necesitan sectores de oposición. No me quiero imaginar que la nueva fuerza que va a nacer de las Farc va a heredar las mañas de los partidos tradicionales; que el espectro político contenga un actor más debería servir no para que se reproduzcan las mañas, sino para curarnos de ellas”.
Sus alcaldías tuvieron un énfasis muy fuerte en el tema pedagógico. ¿Deberíamos empezar a pensar en una pedagogía para la paz, que nos permita imaginarnos el país de una forma distinta, que no reproduzca el conflicto?
“Sí. La política no puede reducirse a una lucha de pedigüeños”. Dicha pedagogía debe reconocer que “unas buenas herramientas legales necesitan que la gente entienda” y que “distintas miradas se complementan. La democracia consiste no solo en escuchar las distintas opiniones, sino en que unas opiniones afecten a otras”.
¿Es la actitud del expresidente Álvaro Uribe sana o no para la paz?
Él se quedó pegado a un momento de la historia: la gran marcha contra las Farc y el secuestro que se da durante su gobierno. Hoy estamos en otra fase. Es como si él se devolviera y no tuviera en cuenta los avances que él mismo produjo.
Usted ha superado ese momento histórico ¿Cómo podrían más colombianos superarlo?
Alguna gente saca confianza, esperanza, de su pasado religioso; otra gente la saca de una actitud pragmática razonable. En Colombia, durante casi veinte años nos matamos por establecer si la base de la política debía ser la fe religiosa o no. Superamos eso cogobernando. La alternación fue una solución terrenal a un problema celestial.
En pocas palabras, usted está diciendo que hay que ser pragmáticos. En algún momento le dijo a ‘Timochenko’ que si se desmovilizaba usted le servía de guardaespaldas. Si así fuera, ¿qué le diría?
Entiendo que la guerra casi que fatalmente produce miedo. Mi primera misión sería ayudarle a tener confianza, mostrándole que si le va a pasar algo a él me va a pasar algo a mí. La idea es decirle a ‘Timochenko’: ‘Mire, su vida es tan valiosa como la mía’. La primera idea es: si tiene miedo, quitárselo. Es posible que no tenga miedo, que el miedoso sea yo.
Andrei Gomez-Suárez
Especial para EL TIEMPO
Investigador Asociado Universidad de Oxford/Sussex. Centro Nacional de Memoria Histórica
Twitter: @AndGomezSuarez
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