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'Soy un instrumento para la paz': general (r.) Freddy Padilla de León

El candidato al Senado por 'la U' cree que su experiencia es imprescindible en el postconflicto.

MARÍA ISABEL RUEDA
Al final del gobierno de Uribe, usted pronunció la frase famosa de que estábamos “en el fin del fin”. ¿Hoy estamos ‘al comienzo del comienzo’?
No, señora. Hoy estamos en un proceso de paz bajo la responsabilidad del Presidente, cumpliendo con un anhelo suyo. Que también es un anhelo de la seguridad democrática, que forma parte del “fin del fin”. La prosperidad democrática que inspira a este Gobierno se consiguió con enormes esfuerzos y sacrificios. Hoy, bajo consideraciones diferentes, el partido de ‘la U’ cree que conmigo a bordo como candidato, y Dios quiera que como congresista, podemos contribuir en el postconflicto. Esto será una etapa de la prosperidad democrática donde se dará el fin del fin al que yo me refería.
¿Pero por qué un guerrero como usted resuelve retirarse a los campamentos de la política?
Le confieso que nunca pensé en postular mi nombre ante los colombianos en una elección popular. Pero una llamada personal del presidente Santos en la que me pidió continuar sirviéndoles a los colombianos tocó mi corazón. Me dijo que una persona con mi experiencia y con mi desinterés no podía estar ajena al postconflicto. Es un llamado que impide pensar en una tranquilidad personal, con toda la fundamentación frente a las realidades de la Colombia de hoy.
Si Álvaro Uribe lo hubiera llamado primero, ¿hoy estaría más bien en las listas del Centro Democrático?
Mantengo el mayor respeto, afecto y gratitud por la persona del presidente Álvaro Uribe Vélez. Formé parte de un equipo profesionalmente exitoso bajo su conducción política como Presidente de la República, al lado de su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Y, bajo la sacrificada participación de tierra, mar y aire del Ejército y la Policía de Colombia y de la colaboración internacional, avanzamos en la seguridad democrática hasta unos niveles que hacen posible hoy un proceso de paz. Hicimos lo que el presidente López Michelsen, que en paz descanse, recomendaba: reducir la capacidad de daño de las organizaciones que golpeaban la seguridad de los colombianos antes de plantearles un diálogo.
Hay una leyenda. Que si no es por la insistencia de la exembajadora de EE. UU. Anne Patterson, Uribe no lo hubiera designado a usted comandante de las Fuerzas Militares. Tenía otro candidato…
Primera vez que oigo esa versión. Con toda sinceridad, creo que tuve toda la confianza del presidente Uribe como comandante general de las Fuerzas Militares. Creo que la tuve también del hoy en día presidente Santos. Trabajamos pensando en Colombia y no individualmente en beneficios personales. Por eso pudimos liderar unas Fuerzas Armadas tan comprometidas. La llamada personal del presidente Santos me decidió a aceptar la invitación que me tiene participando activamente en los destinos de la nación como miembro del partido de ‘la U’.
¿Por qué en la lista de ‘la U’ quedó de segundo, después de Jimmy Chamorro?
Es una decisión del partido de ‘la U’. Fue el Presidente quien me invitó a formar parte de este partido y no llegué a imponer condiciones. Mi meta no es estar de primero en la lista, sino servirle a Colombia.
Pero la lista es abierta. ¿Confía en que el país recuerde todo lo que usted hizo para golpear a las Farc?
No estoy en el pasado, sino en el futuro. Cuando se firme la paz, el Congreso, en representación de todos los colombianos, tendrá una enorme responsabilidad en construir nuestro futuro como una nación próspera, libre y soberana. Pero, lamentablemente, se incrementará inicialmente la inseguridad. Se requiere legislar profesionalmente para enfrentar este nuevo reto para la seguridad y tranquilidad de los colombianos.
¿Muy probablemente la inseguridad aumentará en el llamado postconflicto?
Exactamente. Reconozco que se necesita que el próximo Congreso sea representativo de las diferentes inquietudes de los colombianos, incluyendo a los miembros de las Fuerzas Armadas. Un Congreso admirable, entre comillas, si lo podemos llamar así. O incluso un Congreso constituyente, también entre comillas, capaz de ejercer un control político sobre el proceso de paz, de legislar para el postconflicto, a fin de garantizar una paz duradera y seguridad para todos los colombianos. Tengo la seguridad de que mi experiencia puede contribuir mucho ahí.
¿De qué se ocupará en concreto el congresista Padilla de León?
Viene una nueva Colombia, esa nación del postconflicto, pero hay que construirla. Y hay unos elementos que para mí son centrales en esta etapa nueva: la seguridad para todos los que habitan en Colombia, una justicia imparcial y oportuna –donde tenemos dificultades–, un progreso sostenible y una prosperidad con responsabilidad social. Quiero que el Congreso se ocupe de eso y para ello quiero postular mi nombre como congresista.
¿No es irónico que uno de los hombres que más contribuyeron a doblegar a las Farc –quizás uno de los arquitectos de ‘las bombas inteligentes’– ahora esté hablando de paz en el postconflicto?
Me está atribuyendo unas capacidades que nunca se dan en forma individual. Las Fuerzas Armadas son un equipo. Y vamos a tener que enfrentar una evolución. Tuvimos que hacer una agresiva intervención contra la insurgencia con toda la potestad del Estado dentro de la Constitución y la ley, al punto de que una de sus facciones, la más importante, está negociando. Esto forma parte de la evolución de una nación moderna. Por eso creo que soy un instrumento que Dios pone en este instante en el camino ante la posibilidad de ese sueño de los colombianos de un país en paz.
¿Cree que el general Jorge Enrique Mora, negociador por designio del Gobierno, representa el sentir y el pensar del estamento militar?
¿Cómo no le voy a reconocer a usted y a sentirme feliz de que una persona con las calidades del general Mora esté participando en ese grupo?
Le menciono al general Mora para preguntarle: ¿qué tan dividido está el estamento militar sobre el proceso de paz?
No creo que hay división. En los peores momentos de América Latina, cuando ha habido indisciplina o indecisiones de los pueblos que han llevado a gobiernos militares, nuestras Fuerzas han demostrado que una de sus grandes virtudes y fortalezas es su responsabilidad ante la sociedad colombiana como garante de su seguridad. Han sido absolutamente respetuosas de la Constitución y la ley.
Pero los militares también tienen corazón, y el de algunos todavía palpita más con Uribe que con Santos…
Ellos tienen absoluta confianza en su Presidente, su Comandante Supremo, y saben que no va a haber una irresponsabilidad en las negociaciones que se están realizando. Lógicamente existe la expectativa de hasta dónde se va a llegar, de cuál va a ser el final, no solo de parte de las Fuerzas Militares, sino de todos los colombianos.
La discusión es hasta dónde debe llegar la generosidad, no solo de las Fuerzas Militares, sino de los colombianos en general, sobre las penas que deben pagar las Farc por sus crímenes…
Las circunstancias han cambiado con relación al proceso del Caguán del señor presidente Pastrana. En ese momento, las Fuerzas Armadas estaban en una debilidad muy grande, en una gran impotencia. Hoy, la situación es totalmente diferente. Por supuesto que estas organizaciones mantienen su capacidad de perturbar la tranquilidad de los colombianos, pero no en el mismo grado del pasado. Por eso están negociando. Las Farc deben ser conscientes de que es una enorme oportunidad que no pueden volver a desperdiciar. Hace diez años los colombianos habrían sido mucho más generosos y amplios en aceptar las condiciones que imponían, porque la sociedad era mucho más vulnerable ante las debilidades del Estado de garantizar su seguridad.
¿Por qué hoy puede funcionar y durante el Caguán no?
Yo en esa época era un general bien recluta. No tenía el acceso a las decisiones del mando ni del Gobierno. Solo vine a ser jefe del Estado Mayor Conjunto con el presidente Uribe. Pero quiero decirle una cosa importante. La fortaleza de Colombia en su Gobierno, en sus instituciones y en las Fuerzas Armadas es muy diferente hoy que la de hace diez años. Las Farc de hoy tienen que entender la nueva realidad, no solo de Colombia, sino la globalizada. Si yo fuera las Farc, tomaba esta oportunidad como la mejor que tengo para cerrar los últimos 50 años de enormes dificultades a las que han sometido a la sociedad colombiana.
¿La diferencia entre el Caguán y La Habana es que allá eran vencedores y ahora se tienen que rendir?
No hablaría ni de vencedores ni de rendición. Es un proceso de paz, en el que la sociedad colombiana les da la oportunidad de reincorporarse, desde luego con un alto grado de generosidad, en términos aceptables a la realidad de hoy. Pero hoy, si se firma la paz, hay más posibilidades de ser duradera, porque sus términos tendrán que ser aceptados y avalados por la sociedad completa.
¿Mejor estar de embajador en Austria que venir a hacer campaña política en Colombia?
La paz, la tranquilidad y el futuro de Colombia merecen cualquier sacrificio. Si los soldados de la patria de tierra, mar y aire y los policías de esta nación llegan hasta el sacrificio supremo por esos ideales de la nación, ¿cómo puede ser posible que yo no me someta a los rigores de una campaña política, que son infinitamente menores que el sacrificio de ellos?
Cuál es el verdadero Freddy Padilla de León: ¿el militar, el diplomático o el político?
Toda mi vida he estado al servicio de los colombianos. Primero en el Ejército, luego en la embajada. Ahora lo quiero hacer desde el Congreso. Si los colombianos tienen a bien elegirme como senador de la República, daré todo de mí, como siempre lo he hecho en procura de una Colombia mejor. El verdadero Freddy Padilla de León es un servidor de los colombianos, esté donde esté.
MARÍA ISABEL RUEDA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
MARÍA ISABEL RUEDA
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