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Los TLC, una oportunidad para el agro

La crisis del campo colombiano tiene que ver con cuestiones muy distintas a los TLCs que ha negociado el gobierno colombiano en los últimos años. Para ilustrar esta afirmación conviene tener en cuenta cuatro cosas.
La primera es que, aunque todo el mundo dice que el aumento de las importaciones ha reventado a los productores nacionales, poca gente se toma el trabajo de revisar las cifras. En el periodo que antecedió el estallido de la crisis política del sector, las importaciones estuvieron prácticamente estancadas.
En efecto, al revisar lo sucedido en este año hasta junio (último mes para el que hay datos) se verifica que las importaciones agropecuarias de Colombia apenas aumentaron 0,1 por ciento (¡ni siquiera 1 por ciento!) respecto al mismo periodo del año anterior. No sobra destacar que los mayores aumentos se dieron en los rubros de carnes y pescados, que no han hecho parte del paro. Mientras tanto, las importaciones del capítulo que abarca a las papas cayeron 11 por ciento y las del capítulo que contiene a la leche se contrajeron 57 por ciento.
En segundo lugar, el sector agropecuario colombiano sigue siendo extremadamente cerrado y los volúmenes importados son marginales. En el caso de los sectores que más han gritado en los últimos meses, las importaciones son modestas comparadas con la producción nacional: las de papa representan menos de 1 por ciento, las de leche menos de 3 por ciento y las de arroz menos de 5 por ciento. Si esos sectores entran en crisis con esos niveles de importaciones, su problema no tiene que ver con el comercio exterior sino con su baja productividad.
En tercer lugar, la liberalización del comercio en el marco del TLC con Estados Unidos, al que todo el mundo le achaca la crisis, todavía es mínima. La mayor parte de los productos sensibles tienen largos plazos de liberalización con períodos de gracia. Por ejemplo el arroz se desgravará en 19 años, con seis de gracia; los cuartos traseros de pollo tendrán un periodo de desgravación de 18 años, con periodos de gracia de entre cinco y diez años; y el maíz y el sorgo se desgravarán en un periodo de 12 años.
Tomando en cuenta esos plazos, queda claro que apenas está en pañales la liberalización de un TLC que arrancó hace un poco más de un año. Por eso argumentar que el acuerdo con Estados Unidos es el responsable de la crisis del agro colombiano es, en el mejor de los casos, producto de la desinformación, y en el peor, un acto de cinismo.
Finalmente, si algo representan los Tratados de Libre Comercio para el agro colombiano es una oportunidad de crecimiento y no una fuente de problemas. Chile y Perú han firmado muchos más acuerdos comerciales que Colombia, y en los últimos diez años el crecimiento de sus sectores agropecuarios se ha disparado gracias a las exportaciones. Mientras tanto, en el mismo periodo nuestro sector agropecuario, con pocas importaciones, protegido y quejumbroso, ha crecido menos de la mitad que el resto de la economía.
Mauricio Reina
Economista e investigador
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