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Editorial: Un revolcón necesario

El paciente será la prioridad en el nuevo esquema de salud de Bogotá, aprobado por el Concejo.

EDITORIALmarzo 18 de 2016, 07:26 P.M.

Por una amplia mayoría, el Concejo de Bogotá dio luz verde esta semana al proyecto de acuerdo que establece un nuevo modelo en la prestación y atención del servicio de salud en la capital. Es, de paso, el primer gran logro que obtiene el alcalde Enrique Peñalosa en el cabildo.

La norma, que pasa ahora a sanción del mandatario, pretende ser un revolcón tan significativo como retador. De un lado, se busca garantizar la calidad del servicio para los usuarios; y de otro, hacer que el sistema sea más eficiente, dos variables que determinan en últimas la buena o mala imagen del sector.

Bien es sabido que el de la salud es uno de los renglones más sensibles de cualquier política pública. La percepción ciudadana suele coincidir en que la atención que se brinda, para la consecución de una cita médica, la receta de un medicamento y aun la consulta con especialistas, no es la mejor. Ni qué decir del servicio de urgencias, que obligó a decretar la emergencia sanitaria.

En el caso de Bogotá, debe añadirse que fue justamente el tema de los hospitales y la forma como fueron ‘feriados’ a contratistas y políticos lo que desató el escándalo del ‘carrusel’ de contratos que terminó con varios exfuncionarios presos y los centros asistenciales quebrados.

De acuerdo con el texto aprobado, el esquema que comenzará a regir elimina la autonomía de los 22 hospitales existentes y crea una sola red que albergará cuatro subredes en igual número de zonas de Bogotá. Cada una de ellas estará integrada por cinco hospitales. A juicio del Secretario del ramo, con esto se busca eliminar prácticas que se han convertido en karma para la ciudadanía, como las filas, la madrugada y la mala atención.

La otra estrategia importante es la creación de los centros de atención prioritaria (CAP), que atenderán consultas externas en horarios extendidos a fin de evitar que los pacientes tengan que trasladarse al hospital y contribuyan a la congestión de urgencias.

Si se implementa bien, donde más se sentirá el impacto del nuevo modelo será en su administración. Ya no ocurrirá lo de antes, cuando cada hospital contrataba a su antojo, nombraba personal a su antojo y ofrecía servicios sin que mediara una estricta veeduría, lo que terminaba por afectar los presupuestos y abría las puertas a la corrupción. En adelante, una entidad de logística, sin ánimo de lucro, en la que tendrán vocería los gerentes de los hospitales, determinará los gastos, facilitará la adquisición de insumos y la contratación de personal. Se trata de invertir la ecuación de hoy: que en vez de tener diez funcionarios administrativos y cuatro médicos, sea todo lo contrario.

Como decíamos al comienzo, el Alcalde y su equipo se enfrentan a un revolcón en el que se espera, ante todo, la dignificación de la persona a la hora de recibir atención médica en la red hospitalaria oficial. Será también una oportunidad para que el cuerpo médico sea reconocido por la labor que cumple y que pocas veces se señala.

El modelo habrá que irlo ajustando, y para ello es bueno absolver todas las dudas que plantearon los concejales, quienes, valga decirlo, se dieron la pela al sacar adelante una iniciativa que pone fin –y ojalá así sea– a prácticas que en el pasado les costaron una alta cuota de desprestigio.

editorial@eltiempo.com

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