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Editorial: Un rector reelegido

El Consejo Superior de la U. N. debería dar las razones que se consideraron para reelegir al rector

EDITORIAL
El matemático Ignacio Mantilla Prada fue reelegido el miércoles pasado rector de la Universidad Nacional. De inmediato, una buena parte de la comunidad universitaria, que días antes había votado en la consulta electrónica por el candidato Mario Hernández, salió a la calle a protestar contra la controversial decisión del Consejo Superior de la universidad: muchos, que consideran que la Nacional pasa por la peor crisis de su historia e insisten en que el Gobierno no ha hecho lo suficiente para fortalecerla, sino que –en palabras de Hernández– ha estado desfinanciándola “para someterla al mercado”, se preguntaban por qué una vez más no se había escuchado la voluntad de la comunidad a la hora de la elección.
A raíz de estas voces críticas, que sin duda deben ser oídas, entre los legos ha quedado la sensación de que Mantilla, a quien no le falta respaldo entre el estudiantado –y que quedó en el segundo lugar en aquella consulta–, era el candidato del Gobierno porque está de acuerdo con la idea de que la Nacional siga teniendo iniciativas para su financiación. Sin embargo, una vez superada esta crisis habrá que recordar que, sea quien sea el rector, sus principales funciones siempre serán vigorizar a un profesorado excelente que ha marcado la diferencia desde 1867, proteger a la academia de la lógica empresarial que tarde o temprano convierte al estudiantado en clientela, y asegurarle el futuro –sin perderse en la política– a una de las instituciones más queridas por los colombianos.
Desde fuera, no parece tener mucho sentido que se consulte a la comunidad si el resultado no va a ser tenido en cuenta a la hora de las decisiones. La U. N. es alma y nervio del país, y este quizás debería conocer del Consejo Superior las razones que se consideraron para reelegir al rector. Conviene, en todo caso, invitar a la comunidad, de paso, a no olvidar que su concurso resulta fundamental esté quien esté en la oficina del rector. Y esperar que la experiencia de Mantilla sirva bien a la Nacional los tres años que vienen, para verla fortalecida y remozada en varios de sus edificios, cuyo estado lamentable no es digno de la alma máter.
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