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Un llamado a la cordura

Sin desmedro de los reclamos de los indígenas, la planta de Gibraltar debe volver a funcionar.

EDITORIAL
Han transcurrido más de tres semanas desde el 30 de mayo, fecha en la cual un grupo de indígenas de la etnia uwa bloqueó el acceso a la planta de gas natural de Gibraltar, de propiedad de Ecopetrol y situada en jurisdicción de Toledo, Norte de Santander. Con una producción de 38 millones de pies cúbicos diarios, las instalaciones surten principalmente a los ciudadanos de Bucaramanga.
No es concluyente la razón por la cual la comunidad de la zona decidió impedir la entrada y la salida del complejo. En principio se alega el incumplimiento de compromisos por la compañía petrolera y el Gobierno, los cuales fueron suscritos en el 2014 luego de un movimiento que evitó la reparación del oleoducto Caño Limón-Coveñas durante cerca de mes y medio. En ese momento se dejaron de exportar cerca de 2,5 millones de barriles de petróleo que, al precio de la época, habrían significado unos 250 millones de dólares.
Aunque la empresa sostiene que ha hecho lo que le corresponde, la situación no es fácil. El caso más crítico es el de 19 personas que laboran en la planta y cumplieron con su turno de trabajo hace rato. En el momento de escribir estas líneas, ninguno había podido ser reemplazado porque el ingreso del otro turno seguía en veremos. Inicialmente, hoy se podría completar el relevo, aunque habrá que ver para creer.
Como si lo anterior no fuera suficiente, el bombeo de gas se encuentra detenido por una avería que ocasionó un deslizamiento de tierra. El arreglo debería haberse hecho ya, pero las cuadrillas no tienen acceso al área a causa de la misma protesta, lo cual implica que en el nororiente del país cientos de miles de usuarios deben usar combustible proveniente de La Guajira y pagar un sobrecosto.
En consecuencia, no es tarde para pedir un poco de cordura. Una cosa es ejercer el derecho a la protesta social y otra, retener contra su voluntad a un puñado de trabajadores y afectar a incontables ciudadanos. Sin desmedro de los reclamos de los indígenas, la planta de Gibraltar debe volver a funcionar cuanto antes.
editorial@eltiempo.com
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