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Solidaridad con La Mansa

El derrumbe recuerda lo necesario que es estar preparados para los inevitables desastres naturales.

EDITORIAL
El jueves pasado en La Mansa, muy cerca del municipio de Carmen de Atrato, en el camino que va de Quibdó a Medellín, un alud de tierra se llevó ocho vidas por delante y desapareció a por lo menos treinta personas más. Lógicamente, los habitantes del sector no han superado el miedo ni la angustia que les produjo ver semejante avalancha, ni mucho menos la tristeza que vino luego de los gritos.
Hora por hora se enteran de algún horror nuevo, de aquellos que dejan sin palabras y recuerdan que estamos de paso en la naturaleza, y tratan de conservar la esperanza de encontrar a alguno más de los desaparecidos: la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ha conseguido identificar a algunas de las víctimas y –junto con la Defensa Civil, la Cruz Roja, los bomberos, los soldados del Ejército Nacional y los médicos del Hospital Ismael Roldán– trabaja en medio de las peores condiciones para seguir produciendo rescates.
Es en momentos como este en los que resulta importante recordar lo fundamental: la solidaridad, la comprensión, a tiempo, de que lo que sucede en La Mansa está ocurriendo en Colombia, y es indispensable ponerse al servicio de quienes ahora mismo no están teniendo un solo minuto de sosiego. El derrumbe, que sepultó más de lo que se ha podido determinar, recuerda lo necesario que es estar alerta, preparados para los inevitables desastres naturales que no saben de familias ni de casas ni de futuros, pero también deja en claro lo urgente y clave de que el país sea consciente de lo que está sucediendo en todos los puntos de su mapa, cuando el invierno azota, y de que las noticias de última hora no sean la manera como caemos en cuenta de que es obligación del Estado –de sus gobiernos y sus ciudadanos– la prevención de las catástrofes.
Y en este punto, cuando ya la tragedia es un hecho consumado, y sigue entonces un duelo colectivo, es obligación de todos ser generosos, el reconocimiento del drama que están viviendo tantos compatriotas y la vocación a participar en la recuperación de una parte del Chocó que merece sobreponerse lo antes posible a semejante revés de fortuna.
editorial@eltiempo.com
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