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La paciencia se agota

Al régimen de Kim Jong-un se le fue la mano. Hay tensión en Japón, y Estados Unidos acudió a la ONU.

Editorial .
Parece una historia de nunca acabar. Todos los años, los ejércitos de Corea del Sur y Estados Unidos realizan conjuntamente maniobras militares de naturaleza, según ellos, ‘defensiva’ en las que intervienen miles de soldados. Y la respuesta de Corea del Norte es casi siempre la misma: el lanzamiento de un misil, o alguna prueba de su enorme poderío militar acompañada por la retórica tradicional de las dictaduras de corte comunista.
Pero, esta vez, por lo visto, se le fue la mano al régimen de Pionyang en su delirio existencial y en su temor a ser invadido. Lanzaron un misil que recorrió 2.700 kilómetros, alcanzó una altitud de 550 kilómetros y pasó por encima de las cabezas de los japoneses y de la isla de Hokkaido, para hundirse finalmente en aguas del Pacífico.
No es la primera vez que lo hacen. En 1998 y en el 2009 habían lanzado artefactos similares que sobrevolaron territorio japonés, pero en aquel entonces habían argumentado que los cohetes no eran más que pruebas de ‘vehículos espaciales’. De hecho, habían informado de sus actos con anticipación.

Es claro para Washington que en este momento la mayor amenaza para su seguridad y la del mundo es el régimen de Kim Jong-un

Corea del Norte no tuvo el recato de ocultar la verdad y reconoció abiertamente el desafío, con lo que subió varios peldaños más la escalada de tensiones con sus vecinos y en particular con Estados Unidos, que impulsó sin éxito ante el Consejo de Seguridad de la ONU un paquete de castigo. Es claro para Washington que en este momento la mayor amenaza para su seguridad y la del mundo es el régimen de Kim Jong-un, que desde su llegada al poder, en el 2011, ha realizado 78 ensayos con misiles.
Por supuesto, el sentimiento de zozobra, estupor e indignación del pueblo japonés es más que justificable.
De nada han valido las múltiples sanciones, ni las condenas de la comunidad internacional ni el hecho de que cada vez el país esté más aislado en el contexto internacional. Tampoco, que su más cercano aliado, China, empiece a marcar distancias cansado de la actitud de Kim, al interpretar que su actitud pone en riesgo la política para la región y deteriora sensiblemente las relaciones con Washington. Por eso, gran parte de las salidas a esta amenaza pasan por Pekín.
Kim se siente respaldado por sus evidentes progresos balísticos y nucleares, y los analistas apuntan a que con su actitud de niño díscolo lo que busca es forzar a EE. UU. a una negociación que le permita paliar las apremiantes necesidades de la población, que, según informes recientes, podría caer en hambruna por una aguda sequía.
Sin embargo, proyectar una negociación con un inquilino de la Casa Blanca tan volátil e impulsivo como Donald Trump suena, al menos, descabellado, mucho más si se es consciente de que, en su particular forma de ver la vida y la política, sentarse a hablar con el rival podría parecer un inusual síntoma de debilidad que no está dispuesto a asumir, y menos en tiempos en que su gestión da muestras de no despegar y la curva de su popularidad atraviesa cifras negativas.
Es un momento clave. De la cabeza fría y la inteligencia para controlar la amenaza norcoreana dependerá en gran medida detener lo que puede ser una enorme tragedia en un futuro no muy lejano. Para Washington, todas las opciones están sobre la mesa.
editorial@eltiempo.com
La relación entre Estados Unidos y Corea del Norte se encuentra en su crisis más profunda en años, debido al duro lenguaje del mandatario estadounidense, Donald Trump y las fuertes amenazas por parte del líder norcoreano Kim Jong-Un.

La relación entre Estados Unidos y Corea del Norte se encuentra en su crisis más profunda en años, debido al duro lenguaje del mandatario estadounidense, Donald Trump y las fuertes amenazas por parte del líder norcoreano Kim Jong-Un.

Foto:AFP

Editorial .
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