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El incendio de Notre-Dame

El planeta entero estaba siendo testigo de una pérdida terrible e irreparable para la humanidad.

Editorial .
Qué doloroso fue ver en vivo y en directo ayer, lunes 15 de abril de 2019, la imagen de la icónica catedral de Notre-Dame en llamas. Miles de parisinos que recorrían la isla de la Cité, y millones de personas en las pantallas de todo el mundo, lloraron y elevaron plegarias ante el fuego y el humo que se desprendía de la catástrofe de aquel milagro de la arquitectura gótica que ha visto pasar siglos y siglos de historia. Hasta bien entrada la noche, mientras los bomberos trataban de contener la tragedia, seguían tejiéndose teorías sobre las causas –y ganaba fuerza la sospecha de que tenían que ver con la reciente restauración de la iglesia–, pero no eran claras las razones del incendio.
Era obvio, eso sí, que el planeta entero estaba siendo testigo de una pérdida terrible e irreparable para la humanidad.
Notre-Dame, arruinada por el fuego en una hora, fue construida durante dos siglos: de 1163 a 1345. Fue escenario de coronaciones, de revoluciones, de beatificaciones. Y protagonista, junto con el inolvidable jorobado, de una de las grandes obras de Víctor Hugo: Notre-Dame de Paris. Y desde mediados del siglo XIX, cuando sucedió su primera restauración, se convirtió en una leyenda y una obra de arte visitada por millones de personas. Anoche, frente a los campanarios proverbiales de la catedral de 850 años, cientos de transeúntes seguían cantando y pidiendo a Dios por las pinturas y los vitrales del siglo XIII.
El presidente francés, Emmanuel Macron, prometió frente a la silueta del humo la reconstrucción de Notre-Dame en nombre del destino de su nación. En uno de esos raros momentos en los que el mundo parece de acuerdo, y la solidaridad y el duelo se comparten sin titubeos, las redes sociales se llenaron de pésames de todos para todos. Se citaba por doquier una frase de la novela de Victor Hugo –“La catedral era un lugar de asilo y toda la justicia humana expiraba en sus umbrales”–, porque es ese refugio divino para los hombres lo que habrá que reparar.
Editorial .
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