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Editorial: El buen ejemplo

A diferencia de sus maridos, doña Lina y doña María Clemencia se saludaron como un par de aliadas.

EDITORIAL
En medio de tantas noticias que han estado nublando el panorama nacional, luego de las declaraciones furibundas de la semana pasada y de las rechiflas tanto al expresidente Uribe como al presidente Santos en algunas de sus más recientes intervenciones, este martes llegó a los medios de comunicación, como un alivio, aquella fotografía en la que Lina Moreno de Uribe y María Clemencia Rodríguez de Santos se saludan alegremente en la Feria Expoartesano, de Medellín. Desde hace unos ocho días, después del atroz asesinato de los once soldados en Cauca y de las acaloradas discusiones a raíz de las negociaciones de La Habana, se sentía en el ambiente una animosidad que prometía seguir creciendo como una bola de nieve. La polarización, que ha sido innegable desde la última campaña presidencial, estaba llegando a unos extremos que hacía mucho tiempo no se veían.
Pero el martes pasado se encontraron la ex primera dama y la primera dama, bajo la mirada apaciguada de los transeúntes, en los pasillos de aquella importante feria de artesanías, y entonces dieron ejemplo. A diferencia de sus maridos, ni más ni menos que los líderes colombianos más importantes del comienzo de este siglo, y sin caer en la trampa en la que han caído tantos ciudadanos (empezando, en Twitter, por sus propios hijos), doña Lina y doña María Clemencia se saludaron como un par de aliadas. Y tendría que suceder que las barras furibundas de un lado y del otro cayeran en la cuenta de que es posible disentir sin graduar al otro de enemigo –y sin ofenderlo y sin deshonrarlo–, y recordar a tiempo lo que de verdad importa.
La foto de las dos primeras damas, cargada de simbolismo y de esperanza, no puede pasar en vano. Vale la pena leerla como es: como un recordatorio de que tenemos en común este país, la convicción de que no hay por qué llevar a lo público las desavenencias personales ni hay por qué arrastrar a propios y a extraños a una batalla que tendría que ser apenas una discusión, y la aspiración de que más temprano que tarde alcancemos la paz por esa forma de civilización que es la democracia.
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