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Coto a los delincuentes

Ciudadanía y Policía deben tener más respaldo de la justicia frente a los criminales reincidentes.

Editorial .
Sobrediagnosticado, por decir lo menos, está el gravísimo problema que hoy se vive con la delincuencia común, la que más azota a los colombianos de a pie e incide de manera capital en la percepción negativa de muchos compatriotas sobre la realidad del país. Los robos y atracos –al menos 359.000 denuncias el año pasado, 984 al día– no cejan, en contravía con otros delitos que sostenidamente han venido cayendo en Colombia en los últimos quince años.
Conjurada la amenaza de uno de los dos grandes grupos armados ilegales (aunque persiste la del Eln y las disidencias) y desmantelados los megacarteles de la droga, es apenas obvia la cada día mayor exigencia de los colombianos por tener una sociedad en la que el delito no sea, como desafortunadamente lo es, una realidad cotidiana. Esta misma razón ha llevado al Estado –hay que decirlo, aún con muchos vacíos– a replantear estrategias para prevenir y sancionar esas conductas delictivas que tanto le duelen al ciudadano.
En tal objetivo, una de las prioridades es romper con los perniciosos estímulos para la reincidencia delictiva. La mente de los criminales –no es ningún descubrimiento– se mueve en el esquema de costo-beneficio. Consecuentemente, si robar o, incluso, delitos más graves, como el asesinato, no tienen el castigo penal que se necesita, o si, como sucede en el país, una captura en flagrancia es poco más que un rey de burlas, el resultado será lo que hoy se ve: la convicción íntima, tanto en víctimas como en victimarios, de que el delito sí paga. Y eso es muy grave.

Los mensajes equívocos que
se han enviado, tanto desde las políticas públicas como desde los despachos judiciales, están en mora de enmendarse.

Con sorpresa e indignación, los colombianos nos enteramos de que hay delincuentes profesionales que completan más de 43 capturas en cuestión de cinco años, sin ninguna temporada en prisión. Lo más aterrador es que eso sucede también con responsables de crímenes violentos, incluso asesinatos.
La Fiscalía y la Policía, con buen tino, han revelado esta semana listas con los rostros y principales datos de algunos de los reincidentes más peligrosos. El año pasado fueron identificados 6.879 de ellos, en todo tipo de delitos, de los cuales han sido capturados, de nuevo en flagrancia, 825 que esta vez sí, por fin, han sido puestos a buen recaudo. En las listas publicadas esta semana aparecen los 308 con más capturas por hurto en las principales ciudades del país.
Esas listas coincidieron con la visita a Colombia de uno de los hombres con mayor reconocimiento internacional por haber recuperado, ni más ni menos, la seguridad en la capital del mundo: el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani. Su mensaje cae como anillo al dedo en Colombia: la guerra contra la delincuencia no se gana solo con mayor presencia judicial en las calles. La batalla principal la libran los operadores de justicia –fiscales y jueces– encargados de garantizar que los delincuentes sean procesados y enviados a prisión cuando así proceda. Los mensajes equívocos que en tantas ocasiones se han enviado, tanto desde las políticas públicas como desde los despachos judiciales, están en mora de enmendarse. La ciudadanía y los cuerpos policiales, que pagan altas cuotas en vidas, deben tener más respaldo de la justicia frente a los criminales reincidentes.
editorial@eltiempo.com
Reincidentes.

Reincidentes.

Foto:Policía Nacional

Editorial .
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