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Más héroes que villanos

Los delitos de algunos uniformados no deben empañar la buena labor de tantos soldados y policías.

Vladdo .
En días recientes varios integrantes de la Policía Nacional han sido noticia por causa de actuaciones que ponen en entredicho su misión como guardianes del orden. A la captura del mayor de la Policía de Antioquia Héctor Fabio Murillo, acusado de tener vínculos con Luis Orlando Padierna, alias Inglaterra –el cabecilla del ‘clan del Golfo’ que murió la semana pasada en enfrentamiento con las autoridades–, se suman otras noticias lamentables que salpican a varios uniformados.
Por una parte, en una vereda del municipio de Riofrío, Valle del Cauca, el patrullero Heivar de Jesús Garcés Angulo se pegó un tiro en la boca, luego dispararle con su arma de dotación a su novia, Paola Andrea Osorio Castaño, madre de un niño de cuatro años. El policía falleció dos días después del atentado y la mujer, que no logró reponerse de las heridas recibidas en el tórax y las piernas, murió este lunes.
Y, como si fuera poco, un auxiliar de policía, de 19 años de edad, le prendió fuego a un joven de 16, detenido en Cali, y le causó quemaduras de segundo grado en la cara y el tórax. El caso ocurrió el miércoles pasado en la estación del barrio Los Mangos, en el oriente de la capital del Valle, donde se encontraba el menor, acusado de consumir sustancias alucinógenas en la calle y de generar desorden en la vía pública.
Y no sería raro que hubiera más expedientes que aún no conocemos y comprometen a otros agentes. Sin embargo, por dolorosos o vergonzosos que puedan ser estos casos, no deben empañar la labor que desempeñan en su inmensa mayoría los 180.000 miembros de la Policía Nacional.

Por dolorosos o vergonzosos que puedan ser estos casos, no deben empañar la labor que desempeñan en su inmensa mayoría los 180.000 miembros de la Policía Nacional.

De hecho, el pasado martes 21 de noviembre, en la entrega de los premios a los mejores policías del año, organizada por la Fundación Corazón Verde, pude conocer de primera mano historias emblemáticas de hombres y mujeres, oficiales y patrulleros, que han puesto todas sus capacidades al servicio de la comunidad.
Fue conmovedor ver casos como el de las personas evacuadas en la avalancha de Mocoa, el pasado 31 de marzo, gracias al heroísmo de los patrulleros Gerardo Segundo Cuao y Deciderio Ospina, quien pereció en medio del desastre. O el del subintendente Manuel Fernando Nieto, cuyo trabajo fue clave para esclarecer el asesinato de Miguel Ángel Perdomo, el conductor de la periodista Cecilia Orozco, directora de Noticias Uno.
O el del intendente José Octavio Suárez Tovar, quien perdió la vida frente a su mujer y sus hijos el pasado 18 de abril, después de salvar la vida de decenas de vecinos, en una avalancha en Manizales. O el de la patrullera de la Policía de Barranquilla Jessica Tatiana Tafur, de 26 años de edad, quien, ‘armada’ de un extintor y un trapo mojado, ingresó el pasado 2 de junio a una vivienda incendiada y logró rescatar de las llamas a dos ancianos, a su nieto y a sus dos perros.
Mención especial merece el papel del intendente Álvaro Rincón Devia –quien fue reconocido como Mejor Policía del Año–, por la diligencia y el profesionalismo con los cuales coordinó en diciembre de 2016 el despliegue policial que concluyó en la localización de Rafael Uribe Noguera y del cadáver de la pequeña Yuliana Samboní, a quien este había secuestrado, violado y asesinado.
Ninguna entidad particular o estatal puede garantizar la idoneidad y el profesionalismo del ciento por ciento de sus elementos, y las Fuerzas Armadas o la Policía no son la excepción. (Y lo mismo puede decirse del Congreso o las cortes). Sin embargo, a pesar de los delitos cometidos por algunos uniformados –que deben ser sancionados con la mayor severidad–, sería injusto desconocer el sacrificio de la mayor parte de soldados y policías que a diario le ponen el pecho al crimen para que el resto de ciudadanos podamos vivir en relativa tranquilidad.
VLADDO
Vladdo .
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