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La historia de una cita

Los expresidentes le hicieron ver a Trump que Colombia es un país amigo, pero al borde del colapso.

Vladdo .
Menos mal que la Casa Blanca confirmó que Donald Trump sí conversó con Álvaro Uribe y Andrés Pastrana; no veo cuál es el misterio alrededor de esa reunión, que no debería sorprender a nadie, pues las condiciones estaban dadas para que ese encuentro se produjera.
Para empezar, el presidente de Estados Unidos ya no tiene ningún tema pendiente con Corea del Norte, ni tiene que dedicarle tiempo al avance del Estado Islámico en Oriente Medio; las tensiones con Rusia por la guerra civil en Siria son cosa del pasado; las diferencias con México se desvanecieron por completo y ya nadie está interesado en conocer su declaración de renta. Dicho de otro modo, como Trump ya no tiene problemas en su país ni incendios que apagar en su agenda internacional, cuando se encuentra en la intimidad de su lujosa pero aburrida mansión en West Palm Beach, tiempo es lo que le sobra.
De hecho, un día después de soltar la ‘madre de todas las bombas’ sobre Afganistán, el mandatario más poderoso del mundo, ya cansado de ver series en Netflix y hostigado con las buenas noticias de CNN y The New York Times, llamó a Marco Rubio y Mario Díaz-Balart a ver qué le sugerían para matar el tedio y ellos tuvieron una idea genial: invitar a Andrés Pastrana y a Álvaro Uribe a pasar una velada en Mar-a-Lago. No había mejor manera de ponerle sabor a un Viernes Santo.

Uribe y Pastrana no alcanzaron a tomarse la selfie de rigor, pero Trump quedó de mandarles con el embajador Pinzón una foto autografiada.

Al contrario de lo que asegura CNN en Español, el encuentro no fue en un pasillo, sino que se llevó a cabo en un cómodo salón, donde tomaron onces y Pastrana y Uribe le solicitaron al magnate que no descartara del todo una intervención en Colombia, pues el país se encuentra al borde del colapso por culpa de Juan Manuel Santos y de María Ángela Holguín.
Primero intervino Pastrana, quien le habló a Trump sobre su exitoso proceso de paz y cómo sirvió para dejar a las Farc reducidas a su “más mínima” expresión. Después le confesó que aunque hasta hace unos años decía que Uribe era un cómplice de mafiosos y paramilitares, había decidido deponer los odios y limar asperezas con el jefe del Centro Democrático, con el fin de salvar la Patria, antes de que se la tomen ‘Lafar’.
A su vez, Uribe denunció la falta de garantías para ejercer sus derechos políticos en un régimen dictatorial, que cada vez se parece más al de Venezuela. Mientras el señor de El Ubérrimo hablaba, Trump tomaba nota, con cara de asombro. No entendía cómo era posible que el líder de la oposición tuviera asignados para su protección tan solo 300 escoltas, proporcionados por el Estado.
Luego, cuando Uribe explicó que buena parte de sus hombres de confianza estaban injustamente presos o investigados por corrupción, narcotráfico o vínculos con paramilitares, el sucesor de Obama solo atinaba a menear la cabeza, en gesto de solidaridad. No podía creer que en el hemisferio occidental, en el patio trasero de Estados Unidos, hubiera tantos abusos. La conversación fluía y la angustia de Trump crecía.
La anécdota del encuentro corrió por cuenta de Uribe, cuando quiso hablar en inglés de los ‘enmermelados’. Para explicarse, el senador cogió un frasquito de mermelada que había en la mesa y cuando se lo mostró a Trump, este, algo sorprendido, le dijo que sí, que se lo podía llevar de souvenir.
El tiempo pasó muy rápido y cuando Uribe se disponía a hablar de todo lo que hizo en su gobierno en defensa de los derechos humanos, un asistente le deslizó un papelito al anfitrión, indicándole que ya iba a comenzar la emisión nocturna de Fox News, ante lo cual Trump dio por terminada la cita; no sin antes agradecerles por haberle abierto los ojos.
Debido a la premura, los expresidentes no alcanzaron a tomarse la selfie de rigor, pero Trump quedó de mandarles con el embajador Pinzón una foto autografiada.
VLADDO
Vladdo .
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