¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Uribe vestido de paloma

Colombia necesita sacudirse del disfraz de la guerra, manchado de sangre y hecho de telaraña.

Luis Noé Ochoa
Noche de brujitas, pequeñas y creciditas. Esa fiesta de los niños, que se volvió fiestón de mayores, indica que repican cerca las campanas de Navidad. Le queda poco a uno de los años más interesantes de nuestra historia.
Efectivamente, ya estamos en los disfraces. O seguimos en ellos, porque muchas personas, los políticos en especial, viven con la máscara puesta. O como que resucitan de entre los muertos; digamos: de procuradores destituidos pasan a interlocutores de paz ungidos, a veces cree uno que son zombis. Qué miedo los políticos que tienen un disfraz para cada ocasión.
Esa puede ser una reflexión. ¿La cara que muestra cada quien es la verdadera, el reflejo del alma? ¿O es la de brujo, la que conviene a sus propios intereses, o la que le impuso un brujo mayor, hasta darle una personalidad que no tiene? ¿O hasta minarle la razón y volverlo lleno de odio y resentimientos? Viendo tanto disfraz, muchos deberían pensar: ¿Esta es mi cara o es mi máscara?
Hace casi un mes, en el plebiscito, mucha gente se puso el antifaz, o el antipaz, del ‘No’, porque al otro día dijeron que sí, que ellos también quieren la paz, pero que triqui triqui Halloween, reformitas para mí; si no las hacen, no les voto por el Sí.
En esos días observábamos en las selvas a centenares de hombres y mujeres que se habían quitado el disfraz de guerrilleros. Y se veían muchachos y muchachas normales, seguramente obligados o equivocados, pero que parecían decir “quiero paz, quiero amor, ‘Timochenko’, por favor”. Había unas guerrilleras como para una noche de brujas, cuando se echan polvos mágicos. Pero los del no pero sí, convencidos o engañados –porque alguien del centro mentirocrático se había puesto el disfraz de Pinocho–, les aplazaron el “gustico” de dejar los fusiles.
¿Qué disfraz llevamos cada uno? El presidente Santos, nuestro nobel de paz, que tiró el disfraz de gallina clueca que le quiso imponer Uribe, ha estado vestido de paloma. Pero se necesita que otros se pongan uno de buena voluntad. El expresidente a veces parece querer quitarse la pinta de guerrerista de caudillos y ‘pendejuelas’, de orgullo y capa de candidatura 2018, pero no se anima.
Adelante, senador Uribe. En el salón de la fama hay un traje para usted que no es de conejo, sino de paloma. Es un vestido que se llama grandeza. En el piso hay unos zapatos brillantes, de su talla, 38 largo, que dicen ‘paso a la historia’. También, una máscara con una sonrisa y una mirada hacia un futuro de paz y una capa tricolor que se llama primero Colombia. Debe probárselo, senador, a lo mejor le luce, y sentarse con Santos en Palacio, sin prevenciones, pues allá no hay brebajes raros. Si acaso, pasiflora para el estrés.
Tómense un tinto con Santos. No se necesita mediación del Papa ni pases mágicos para recomponer una amistad, basta con voluntad y pensar que si perdéis estos momentos de efervescencia y calor de paz, mañana seréis juzgados como intransigentes. Se requiere, senador, entender la urgencia de que no podemos dejar que esos miles de combatientes ahora en traje civil, como dice usted, vuelvan a vestir el disfraz de guerrilleros. Eso sería como dejar que el diablo se nos meta en la fiesta de los niños.
Colombia necesita sacudirse del disfraz de la guerra, manchado de sangre, hecho de una telaraña en la que ha caído tanta gente. Las Farc tienen que vestir también el traje de la última oportunidad, con la camisa del realismo; de lo contrario, la muerte seguirá repartiendo balas como si fueran dulces, mientras canta triqui triqui Halloween, quiero vidas para mí.
Vistamos todos el traje de la paz. Quiero paz, quiero amor, que haya acuerdo, por favor.
Luis Noé Ochoa
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO