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Una rosa es una rosa

Véase como se vea, una declaración del cese del fuego constituye un avance del proceso de paz.

Laura Gil
“Una rosa es una rosa es una rosa”, escribió Gertrude Stein. A fin de cuentas, por más espinas que tenga, el cese del fuego una rosa es.
“Una flor con el tallo lleno de espinas.” Así lo calificó el presidente Santos. ¿Dónde están las espinas?
Las formas y los momentos de los ceses del fuego, las treguas y los armisticios varían, pero a cualquier proceso de paz, en algún momento, le llega la hora del silencio de los fusiles. La crisis desatada por el secuestro del general Alzate –escribo secuestro con plena conciencia– puso a la mesa de La Habana entre la espada y la pared y a las Farc, ante la necesidad de mostrar resultados.
“Hemos resuelto declarar un cese unilateral del fuego y de las hostilidades por tiempo indefinido”, anunciaron las Farc. Pero el cese del fuego resultó condicionado.
“Este cese de fuegos unilateral, que deseamos se prolongue en el tiempo, se daría por terminado solamente si se constata que nuestras estructuras guerrilleras han sido objeto de ataques por parte de la fuerza pública”, advirtieron. Por la boca muere el pez, reza el adagio, y así las Farc exhibieron la primera espina, la de la arrogancia.
La soberbia forma parte del ser de este grupo armado ilegal y la negociación no tiene como objetivo convertir a esta fuerza en “políticamente correcta”, sino sacarla de la ilegalidad. Ya verán ellas cómo manejarán el rechazo de los colombianos; lo importante, por ahora, está en el respeto del compromiso adquirido.
Muchos interpretaron la decisión de las Farc como una trampa para forzar la tregua. Pero esperar que las fuerzas gubernamentales eviten sacar excesiva ventaja militar de una decisión unilateral para emprender acciones ofensivas de envergadura, como los bombardeos contra comandantes, tiene algo de lógica en medio de una negociación de paz. Esto no significa que el Ejército deba permanecer encuartelado o paralizado. El error de las Farc pudo haber resultado más de forma que de contenido.
El Gobierno también perdió la oportunidad para callarse. Los miedos le ganaron la mano. En la búsqueda del respaldo del uribismo, continúa sin hablar de frente a la opinión. Confunde y en el miedo al uribismo está la segunda espina.
Véase como se vea, una declaración del cese del fuego unilateral e indefinido constituye un avance del proceso de paz, no un regalo envenenado. Las Farc respondieron ante una demanda del Gobierno y de la sociedad. Si el Gobierno no defiende los logros de la negociación, ¿quién lo hará?
No hay necesidad de reproducir el discurso guerrerista. Al final, el uribismo no tendrá más remedio que seguir el consejo de Luis Carlos Restrepo y aceptar los hechos. La solución negociada está mostrando resultados.
La tercera espina está en la falta de realismo del debate público. Como lo señaló Cerac, el centro de investigación dirigido por Jorge Restrepo, las treguas navideñas de las Farc han llevado a la disminución de las operaciones militares contra las Farc. ¿Por qué anticipar algo diferente en este caso?
La falta de confianza entre las partes campea y el cese del fuego se puede convertir en un mecanismo de construcción de confianza. Las Farc lo deben respetar en todo el país y sin excepciones, el Ejército debe proceder con prudencia y ambas partes deben estar atentas para prevenir saboteos de los enemigos de la mesa.
Está dada la oportunidad para proteger a la sociedad civil y evitar más sangre y, de una vez por todas, alcanzar el punto de no retorno. Si el proceso de paz pasa esta prueba de fuego, avanzamos hacia el desenlace final. Una rosa es una rosa.
Laura Gil
Laura Gil
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