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Territorio inexplorado

El fenómeno Trump, que creíamos era una moda del momento, no solo persiste, sino que crece.

Adriana La Rotta
Nueva York. Primero, un par de notas al margen: siempre molesta ver a Colombia retratada en los medios de comunicación internacionales por las razones equivocadas. Como por ejemplo la serie Narcos, que todos mis colegas de trabajo siguen con pasión y que a mí me irrita no solo porque da la versión del agente de la DEA, sino porque refuerza la imagen de que somos un narcopaís. Cuando alguien ve una serie de Al Capone no piensa que EE. UU. es un país de contrabandistas y asesinos. Pero la conexión drogas-Colombia sí queda firmemente grabada en la mente de los espectadores de Narcos, la mayoría de los cuales no sabe ni tiene por qué saber que la Colombia allí retratada, y la de hoy, no son la misma cosa.
En las últimas 48 horas nuestra querida patria ha vuelto a ganar notoriedad gracias a la inmigrante colombiana que, en un inglés chapuceado y a los gritos, le declaró su amor en los términos más inequívocos al candidato Donald Trump, que andaba de gira en Las Vegas. En el noticiero de la mañana oí a Trump preguntarle a una mujer en estado de paroxismo de qué país venía. “Por Dios, que no sea colombiana”, alcancé a pensar. La ley de Murphy, naturalmente: ¡I am from Colombia!
Desde entonces, la palabra ‘Colombia’ (o ‘Columbia’, como prefieran) ha aparecido en cada periódico, sitio de internet, cuenta de Twitter, Facebook, Pinterest, Instagram y YouTube, en directa asociación con el aspirante a la nominación presidencial que quiere extirpar a los inmigrantes en Estados Unidos, como si se tratara del cáncer, y que lo hace con una determinación y un gusto que revuelven el estómago. Claramente, hay inmigrantes en EE. UU. que piensan que hay que expulsar de este país a los inmigrantes. Pero ¿por qué? Si alguien entiende, por favor, que me explique.
No es de la reputación de Colombia que quiero hablar, sino del fenómeno Trump, que creíamos era una moda del momento, un arrebato veraniego, una momentánea pérdida de la razón de los sectores conservadores de este país, pero que no solo persiste, sino que crece, obligando a muchos que al comienzo lo desdeñaban a empezar a tomárselo en serio.
Lo de Trump y otros candidatos recién llegados a la política, que a pesar de ello –o más bien debido a ello– puntean en las encuestas, parece tener más fondo. Es lo que cree un avezado analista político a quien tuve la oportunidad de oír en privado esta semana y para quien el sentimiento generalizado de que Estados Unidos va en reversa y el sistema está amañado para favorecer a la élite, puede estar a punto de causar una revolución electoral pocas veces vista.
De acuerdo con el análisis, el elector norteamericano viene votando por el cambio desde los tiempos de Jimmy Carter y el prometido cambio no ha llegado. Cansados de darle la oportunidad a la clase política que insiste en transitar la ruta de la burocracia, muchos votantes pueden tomar el camino alternativo. No es nada que no conozcamos en Latinoamérica, en donde el populismo ha sido una forma de vida con consecuencias desastrosas. Pero sí es un experimento novedoso para Estados Unidos, y su aparición sería un fenómeno relevante para el resto del planeta.
Algunos se preguntarán: ¿si el estadounidense viene pidiendo el cambio hace más de 30 años y todavía no se ha rebelado, por qué lo haría ahora? Según el gurú de la estrategia que he citado, este país está transitando territorio inexplorado en el que la suma del descontento y la posibilidad de expresarlo en tiempo real pueden llegar a ser una mezcla explosiva. Un pensamiento que no es muy tranquilizador, a un año escaso de la elección presidencial.
Adriana La Rotta
Adriana La Rotta
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