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Sin propuesta y sin noticia

Sobre cómo combatir realmente el narcotráfico, ni una idea nueva.

El mismo día en el que sus admiradores amanecíamos compungidos por la muerte del gran Prince, aparentemente por una sobredosis de droga; la misma semana en la que el influyente semanario ‘The Economist’ reveló que “de acuerdo con un estudio no publicado de analistas del Gobierno”(colombiano), cuya fuente no revela, las Farc tendrían 33 billones de pesos (10.500 millones de dólares)”, obtenidos, entre otros orígenes, del narcotráfico; y el mismo mes en el que el Gobierno de EE. UU. revela que en Colombia han crecido más de un 100 por ciento los cultivos de coca, el Presidente colombiano tuvo las agallas de irse personalmente a las Naciones Unidas a proponer un nuevo modelo antidrogas.
Confieso que no entendí el mensaje presidencial. Uno, abordar el tema del narcotráfico desde “una órbita de derechos humanos”. Otro, que los Estados tengan sobre las realidades distintas de los países “más autonomía” para aplicar las “convenciones firmadas contra el combate a las drogas”.
Cierto. Por ejemplo, en Suiza no tienen que exonerar ni amnistiar a un narcotraficante que usa las utilidades del negocio para hacer terrorismo contra el Estado suizo. Es una necesidad particular de Colombia. Por eso, aquí requerimos más autonomía que Suiza para aplicar las convenciones antidrogas. Aquí es un delito político amnistiable el narcotráfico con fines terroristas.
En cuanto al enfoque de derechos humanos, es un refrito proponer que al consumidor se lo trate como un enfermo, como un paciente que necesita atención médica, como un problema de salud púbica y no como un delincuente que debe ser castigado en la cárcel. Eso ya lo hemos discutido, lo hemos comprendido, lo estamos aplicando, y es lo que se debe hacer. Otra cosa es que sea Colombia la “promotora” de que se acabe la pena de muerte contra el narcotraficante en países lejanos. Ojalá así fuera. Pero esa propuesta no encaja en una política de lucha contra las drogas de un país, sino en una de humanización punitiva mundial de los delitos, otra esfera; que dejen de fusilar narcos en Indonesia no será lo que evite que Colombia produzca más coca o que en Estados Unidos siga disparado el consumo.
Esta reunión de Ungass fue la misma carreta de siempre. El modelo realmente serio, polémico y aventurado que proponen algunos líderes mundiales, como el expresidente Gaviria, que aboga por la legalización y la despenalización, quedó tan lejos, como de costumbre, de ser abordado con seriedad. Fuimos ante la ONU dizque a protagonizar esta discusión cuando ni siquiera en nuestro propio país tenemos: 1. Políticas para prevenir el consumo ni el suministro al consumidor. Aquí el consumo está disparado y el microtráfico es el gran dolor de cabeza de la policía, a la que se le salió de las manos hasta el ‘Bronx’. 2. No tenemos políticas para combatir el narcotráfico. Nuestra justicia ha aprobado no solo sus usos medicinales, justificables, sino también sus usos políticos para derrocar gobiernos, un estímulo directo a su producción. 3. Tampoco tenemos política de erradicación de cultivos. Por una vaga recomendación de la OMS que advertía que el glifosato “podría” ser cancerígeno, nos agarramos de eso para concederles el primer punto de la agenda a las Farc, prohibiendo la aspersión aérea. Ahora que sus cultivos se duplicaron, el Ministro de Defensa anuncia que volveremos a utilizar glifosato en erradicación manual. Sorprendente, porque quiere decir que el glifosato produce cáncer desde el aire, pero no desde la tierra. Frente a eso, el Ministro de Justicia ataja la iniciativa, advirtiendo que a eso le falta el visto bueno del Consejo Nacional de Estupefacientes.
De manera que si aquí no tenemos política para la lucha contra las drogas, suena por lo menos atrevido que vayamos a sentar cátedra en las Naciones Unidas con el Ministro de Justicia, para que los demás países sí la tengan. ¿Cuál? No sabemos. Lo único claro que pide Colombia es que cada país haga lo que pueda de acuerdo con su realidad, y que no condenen a muerte a las mulas humanas en Shanghái.
Sobre cómo combatir realmente el narcotráfico, ni una idea nueva.
Entre tanto… Doctora María Lorena, la echaremos de menos.
MARÍA ISABEL RUEDA
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