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Trump quiere más dinero

Del gasto, ¿Quién es el principal beneficiario militar?

Del primer presupuesto que Donald Trump mandó al Congreso republicano se destacan el aumento del gasto militar y su disminución en los programas de sanidad que benefician a los pobres, a la educación, al medioambiente, a la investigación científica y al arte. ¿Por qué? Aparentemente porque Trump quiere “comenzar a ganar guerras otra vez”.
Como siempre, la hipérbole que nubla el lenguaje de Trump demanda mayor precisión en el lenguaje. No es cierto que a partir de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos no haya ganado guerras (o por lo menos guerritas). En 1983, 6.000 soldados norteamericanos invadieron la minúscula isla caribeña de Grenada, destruyeron su aeropuerto y depusieron el gobierno elegido democráticamente.
Seis años después, George H. W. Bush ordenó una invasión militar a Panamá para arrestar al dictador Manuel Noriega, empleado de la CIA y posteriormente acusado de narcotráfico. Después de destruir el barrio del Chorrillo y matar un número indeterminado de panameños, los militares estadounidenses utilizaron música heavy metal a todo volumen durante tres días para convencer al general a salir de su escondrijo en la Nunciatura papal. En 1991, fue otra vez Bush padre quien, apoyado por una coalición internacional, repelió la invasión del dictador Sadam Hussein a Kuwait.
Otra ha sido la historia en las últimas guerras en las que EE. UU. peleó y cuyos resultados fueron desastrosos. En Corea, los comunistas, asistidos por China y la Unión Soviética, se quedaron con la mitad de la península en una guerra que se inició en 1950, y que teóricamente aún no termina. Cuando se firmó la paz en Vietnam, los comunistas se quedaron con el país entero. En los 14 años que lleva la guerra en Afganistán, Estados Unidos no ha podido derrotar a los talibanes y en los 8 años que ha batallado en Irak, tampoco ha podido concluir esa guerra. Peor aún, hoy sigue empantanado en una guerra contra el terrorismo yihadista en el Oriente Próximo que no parece tener fin.
¿Por qué si Estados Unidos es el país con el mayor poderío militar del orbe y desde la Segunda Guerra Mundial cuenta con el mayor presupuesto militar del mundo, solo gana guerritas y pierde las grandes? Evidentemente, no es por falta de dinero. En el 2015, por ejemplo, el gasto militar mundial fue de 1,6 billones de dólares, y el gasto de Estados Unidos representó el 37 por ciento del total. Dicho de otra forma, el gasto militar norteamericano es mayor que el gasto combinado de los seis países que le siguen: China, Arabia Saudí, Rusia, Reino Unido, India y Japón.
Para el coronel retirado Andrew Bacevich, la respuesta podría tener por lo menos dos vertientes, y la primera es mercantilista. ¿Quién es el principal beneficiario del gasto militar? El “complejo militar-industrial” del que nos previno el presidente Dwight Eisenhower en 1961. ‘Ike’ se refería a la formidable colusión que existe entre las fuerzas armadas y las corporaciones que ellos contratan para surtirse de armamento. “Para los contratistas, el terrorismo significa negocio y el negocio es bueno”, dice Bacevich. Los contratos de una sola compañía Lockheed Martin con el Pentágono valen más de lo que el gobierno federal otorga en subvenciones a 11 estados de la Unión Americana. En el 2016, por ejemplo, la venta de armamentos alcanzó los 33,6 miles de millones de dólares.
Bacevich dice que parte del problema es que Estados Unidos no sabe cómo combatir la guerra de guerrillas, mientras que otros atribuyen el fracaso a la reticencia de los americanos a mandar a sus hijos a morir en guerras en territorio extranjero sin razón clara y aparente. El problema, queda claro, no es la falta de armamentos ni se resuelve dándole más dinero al ‘complejo industrial militar’.
SERGIO MUÑOZ BATA
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