¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Contra la putrefacción

La gangrena de la corrupción es alarmante porque impide tomar las decisiones correctas.

“La corrupción es la gangrena de un pueblo”, dijo el papa Francisco en el 2015, durante una visita a Paraguay, y dos años antes, el novelista Mario Vargas Llosa ya había utilizado la misma analogía, aunque agregándole una localización geográfica: “La corrupción es una gangrena en Latinoamérica”.
Yo no sé si ya entonces Vargas Llosa se había enterado del escándalo Petrobras-Odebrecht, en Brasil, o si simplemente acudía a la experiencia histórica para documentar su pesimismo. El caso es que seis meses antes del discurso de Vargas Llosa, la policía brasileña había descubierto una operación de lavado de dinero que en un principio daba la impresión de que no trascendería el nivel nacional.
La investigación reveló que el beneficiario de la operación de lavado de dinero era Petrobras, la mayor empresa estatal de América Latina, con el propósito de ocultar los sobornos de las empresas de construcción que firmaban contratos con ella. El soborno era un 3 % del presupuesto de la obra y el botín, una vez blanqueado, se repartía entre los políticos y empresarios que participaban en el fraude. La investigación rebasó el entorno brasileño cuando se descubrió que el magnate de la construcción Marcelo Odebrecht había pagado más de 30 millones de dólares a la petrolera a cambio de contratos de construcción, y que la misma empresa corrompía a funcionarios de nueve países latinoamericanos para obtener concesiones de obras multimillonarias. El negocio era redondo, porque el dinero del soborno se añadía al costo de la construcción, y los corruptos siempre salían ganando mientras que los contribuyentes en cada uno de estos países salían perdiendo.
Al igual que sucedió en el caso de corrupción de la Fifa, el Departamento de Justicia estadounidense se involucró en el caso Odebrecht al descubrir que algunos de los empleados de la firma habían realizado sus operaciones fraudulentas en territorio estadounidense y en su investigación encontró pagos de Odebrecht por 439 millones de dólares para obtener un beneficio de más de 1.400 millones de dólares.
En Colombia se presume que repartió alrededor de once millones de dólares que podrían haberle generado ganancias por 50 millones durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, aunque la investigación en ese país sigue su curso. En Panamá habrá que esperar hasta finales de marzo para saber el verdadero alcance de las operaciones corruptas de Odebrecht y sus socios, aunque se habla de unos 22 millones de dólares transferidos a cuentas de bancos personales. En México, la cifra de los sobornos ronda los 10 millones que podrían haber generado ganancias por 39 millones durante el gobierno de Felipe Calderón.
También siguen pendientes las investigaciones de la Operación en Argentina, Perú, República Dominicana, Ecuador, Guatemala y la joya de la corona: Venezuela, considerado hoy el país más corrupto del hemisferio por Transparencia Internacional.
La gangrena de la corrupción es alarmante porque impide tomar las decisiones correctas; desvía recursos destinados al bien público y erosiona la confianza de los ciudadanos en las autoridades y en las instituciones. Y la única forma de combatirla es fortaleciendo a la prensa libre y responsable para que vigile y exija transparencia gubernamental en el manejo de los fondos públicos, demandando la rendición de cuentas de los servidores públicos y el respeto a estrictos códigos de conducta. Modestas exigencias cívicas que se dan en pueblos con altos niveles educativos que propician la confianza social y donde se respetan la igualdad de género, la ética de trabajo y el apego al Estado de derecho. Son países donde la honradez es una virtud cotidiana. ¿Podremos aspirar a esto algún día en América Latina?
SERGIO MUÑOZ BATA
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción