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Averígüelo, Vargas Lleras

Muchos dicen que si toca, habrá que aliarse con el diablo, y el diablo se llama Germán Vargas Lleras

Mientras pasan de agache temas que en otros países tendrían a todo el mundo ‘aterrado’, como que las mal llamadas disidencias de las Farc podrían estar llegando a la nada despreciable cifra de 1.400 guerrilleros realzados en armas, que el país se va convirtiendo legalmente en una narcorrepública cocalera, que se anuncian rebajas en la calificación de la economía por su grave deterioro y el creciente déficit fiscal o que la Corte Penal Internacional prendió alarmas por las serias falencias de la JEP, el ambiente electoral se encendió por la esperada voltereta de Germán Vargas Lleras y su partido, Cambio Radical.
El asunto estaba cantado. Hasta la revista The Economist se atrevió a pronosticar el triunfo de Vargas Lleras con el argumento de que es quien mejor encarna el anhelo de los del No de modificar los acuerdos de La Habana y evitar la deriva castrochavista. Un propósito que derrotaría en segunda vuelta al candidato de ‘transición’, en cuya fórmula estarían implícitas las Farc.
Así, pues, era obvio que Vargas Lleras tendría que apostatar de su jefe, el Presidente, como aquel lo hiciera del suyo, pero en tiempos y por motivos muy distintos, pues el actual jefe de Estado no tiene nada que heredarle a nadie, y señalar un sucesor sería como darle el mortal abrazo del oso, dejándolo tendido en la arena.
Por lo tanto, la puñalada trapera –o el coscorrón trapero– se esperaba, a más tardar, para noviembre, cuando el uribismo debe parir un candidato que recoja los jirones en que está quedando deshecho el país. Luego, como a Germán no le quedaba de otra que apropiarse del discurso del Centro Democrático, hoy parece más uribista que Uribe, y hasta un crítico feroz del expresidente, como Rodrigo Lara –uno de los principales escuderos de Vargas Lleras–, se cambió el chip de repente y se convirtió en tan incorregible ‘enemigo de la paz’ que a su lado los quintillizos del CD parecen santistas.

Por supuesto, Vargas Lleras ha sido muy hábil en birlar el discurso uribista, pero es evidente también que los candidatos del CD le han dejado espacio, la puerta abierta. Se ven muy descafeinados.

Sobra decir que Vargas y Lara, tan aplaudidos antes por las bastoneras de “la paz”, hoy son vilipendiados como los peores villanos. Algo similar ocurre con el fiscal Néstor Humberto, que por señalar tanto ‘arrodillamiento’ ha tenido que aguantarse las estridentes ofensas de doña Claudia Nayibe.
Sin embargo, no sobra sospechar que esto forma parte del cálculo político porque todo conduce a pensar que el péndulo, en las elecciones de 2018, se va a devolver bruscamente, y todo lo que huela a continuidad de un gobierno monotemático, empeñado en entregarlo todo para cumplir las barbaridades acordadas en La Habana, sufrirá un mayoritario rechazo que solo podría revertirse con dinero a raudales.
Por supuesto, Vargas Lleras ha sido muy hábil en birlar el discurso uribista, pero es evidente también que los candidatos del CD le han dejado espacio, la puerta abierta. Me da pena con ellos, pero se ven muy descafeinados, con el agravante de que quien venía acumulando más peso en la cola, como es Iván Duque, no ha logrado quitarse, con sus discursos tibios, el inri que le colgaron de tener tendencias socialistoides, por lo que muchos uribistas –y de la coalición del No– manifiestan que no votarán por él. Mejor dicho, es el más opcionado, pero el que más divide a sus propias huestes.
Muchos dicen que si toca, habrá que aliarse hasta con el diablo, y el diablo se llama Germán Vargas Lleras. La pregunta es: ¿se trata del mismo dirigente firme que denunció en el Senado los excesos de la zona desmilitarizada del Caguán en octubre de 2001 o es otro travestido que se quiere disfrazar de uribista para ganar y luego incumplir para gobernar? Ahí sí, averígüelo, Vargas.
Y le hace falta al país otro Fabio Echeverri Correa, paz en su tumba.
SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR
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