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Comandante

Si existe algún dilema, 'sí' o 'no', que no llegue al día de la votación sin haber visto la entrevista histórica que el Comandante del Ejército le dio a la directora de 'Noticias RCN'.

Ricardo Silva Romero
Perfecto: que no se recuerde más que cuando Uribe era apenas aquel Presidente de la República que no quería irse –el hoy jefe de la oposición, el hoy comandante del ‘no’ al esforzado acuerdo con las Farc– no solo indultó a 130 guerrilleros de esos mismos como quien grita “¡exprópiese!”, sino que les vaticinó despejes, ceses del fuego, curules en el Congreso si se daba la paz. Perfecto: que nadie le enrostre al senador Rangel, más uribista que Uribe, haber reconocido la “naturaleza esencialmente política” de la guerrilla en el 2004 con la candidez de un muchacho de 50, ni haberse quedado sin retahíla apenas el facilitador Henry Acosta le soltó, la semana pasada en Semana en vivo, que cuando su expresidente solo era el hombre más poderoso del país pensó en mandar a Francia a los miembros de las Farc que entregaran “esos fierros”: “¡impunidad!”.

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De acuerdo: que no se les saque a nuestros líderes el pasado porque con el presente es más que suficiente.
Y sí: que a quien vaya a votar ‘no’ en el plebiscito –porque no tiene el estómago para tolerar asesinos, porque solo ve la muerte en el ojo ajeno, porque tiene en la sala un retrato de su Uribe disfrazado de Sagrado Corazón, porque simplemente no cree– de nada le valga el ‘sí’ de los columnistas, ni el de los izquierdistas, ni el de los soldados mutilados en la guerra: “¡enmermelados!”.
Pero si acaso existe algún dilema, ‘sí’ o ‘no’ a esa paz que está salvando vidas, entonces que no llegue al día de la votación sin haber visto la entrevista histórica que el Comandante del Ejército le dio a la directora de Noticias RCN el viernes pasado: la ofuscada Claudia Gurisatti, enrojecida por la tensión alta que le produce el tema, hace sus preguntas penetrantes en nombre de los descreídos y los temerosos y los asqueados ante el acuerdo con las Farc, y el preparadísimo general Mejía, que lleva 36 años encarando la guerra pero resulta capaz de imaginar la paz, responde con una lección de democracia que deja atrás por fin este medio siglo en el que tantos colombianos se llenaron de razones –las caballerizas, los tanques en el Palacio, los ‘falsos positivos’– para temer a su ejército.
Sin perderles el respeto a las preguntas, ni olvidar el odio que la guerrilla se ganó a pulso, ni abandonar su vocación a proteger a los colombianos, el articulado General explica que las Farc irán “de la ilegalidad a la legalidad por un túnel que se llama justicia transicional”; aclara que, como el Estado de derecho no se acaba por un acuerdo de paz, quien siga extorsionando o secuestrando o rompiendo cualquier ley en pleno cese de hostilidades será capturado; advierte que la ONU monitoreará las zonas alejadas de la población donde se concentrarán los desmovilizados; repite que no es una humillación sino un orgullo vigilar a las Farc en las veredas porque prueba que fue el ejército el que ganó la guerra “con la Constitución en la mano”; recuerda, además, que esta será la primera vez que la guerrilla se reúna para bien: “es el fin de la marca Farc”.
Y como recordándoles el civilismo a los civiles, ya que Noticias RCN sigue reuniéndole pruebas del acabose, el General declara que entiende bien a los incrédulos, y que su “ejército de la democracia” está listo a combatir a las bandas que insistan en asediar a los campesinos, pero que a él no le cabe duda de que si el ‘no’ gana el plebiscito el destino de Colombia será “matar el tigre pero asustarse con el cuero”, sufrir “otros cincuenta años de guerra entre los más pobres”, truncar, quedarse de la Historia, minar a miles más: no es la periodista, sino él, que ha visto tanto horror, quien dice la frase “hay que cambiar el chip” y quien llama a empezar el presente, y es increíble.
Ricardo Silva Romero
www.ricardosilvaromero.com
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