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Venezuela, polarización y fraude

Mario López
    La reciente victoria electoral de la oposición en Venezuela, al alcanzar aproximadamente tres millones de votos el 12 de febrero pasado, equivalente al 16% del censo electoral, indica claramente que es la primera vez durante la dictadura de Chávez que surge una oposición unida en cabeza de un candidato único presidencial (Henrique Capriles), quien enfrentará a Hugo Chávez en el próximo mes de octubre en la contienda electoral para la presidencia de la república. La mesa de unidad nacional, como principal baluarte de la oposición en su despegue hacia la conquista del poder, surtió los efectos esperados en un país amenazado por la hecatombe comunista, al estilo Cuba y Corea del Norte.
    De tiempo atrás, se había comentado que en Venezuela la sociedad estaba polarizada, pero en términos imprecisos en cuanto sondeos de opinión, y ahora, con resultados reales deducidos de las elecciones de la oposición para definir su candidato presidencial, se puede inferir que en Venezuela  la división electoral de la sociedad es un hecho, y con tendencia progresiva al equilibrio de los dos bandos en contienda, y probablemente en detrimento del oficialismo chavista en proximidades de las elecciones presidenciales.
    Otro de los éxitos de la oposición en el reciente debate electoral fue el sorpresivo apoyo logístico del Consejo Nacional Electoral, del cual, de los cinco rectores cuatro son del oficialismo chavista, situación que se dio por cuanto en la  reelección del 2005 la oposición no asistió a las elecciones al acusar al Consejo Nacional Electoral de no ofrecer garantías electorales.
    Ahora, los intentos de Chávez son por desconocer el triunfo de la oposición, al tiempo que fustiga al candidato opositor Capriles con groseros improperios, de lo cual se deduce el temor que experimenta por una oposición crecida y peligrosa para sus intentos reeleccionistas del 7 de octubre. A lo acabado de referir, el temor en las lides chavistas se acrecienta frente a  los no frecuentes comentarios de algunos periodistas internacionales sobre la gravedad de la enfermedad terminal de su líder, quien pese a su mutismo, dejó entrever recientemente en pronunciamiento público que su mandato por varias razones no excedería del año 2019, creando la sensación de alguna certeza sobre su enfermedad.
    En conclusión, Chávez pasa por malos momentos, así: el éxito electoral de la oposición coadyuvado indirectamente por un Consejo Nacional Electoral de sus propias entrañas; persistencia de los dos principales problemas internos, la altísima inflación y el desabastecimiento; y el fracasado intento por acabar con la OEA a través de la Celac. Con estos reveses irá a las urnas en precarias condiciones para su reelección.
    Queda entonces por analizar su estrategia para supervivir en el poder después de las cruciales elecciones del próximo 7 de octubre, la cual en mi modesto sentir es la planificación del Fraude Electoral habida consideración del anticipado triunfo electoral del candidato de la oposición que le podrían otorgar  las encuestas en vísperas de los comicios. Varias razones inducen a darle mérito a la presunción de un fraude electoral. En primer lugar, el presidente Chávez ha reiterado la caracterización chavista de sus Fuerzas Armadas, a las cuales de tiempo atrás las ha colmado de elevados sueldos y alto grado de bienestar; por lógica, sin el apoyo militar sería imposible un fraude.
    Para lo anterior, nombró como Ministro de Defensa al  inescrupuloso general Rangel. En segundo término, tiene a su haber para convalidar el posible fraude electoral  a los gobernantes de los países del Alba ( Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba)) y posiblemente Argentina, y quizás, algunos de la Celac a quienes Chávez ha favorecido económicamente merced a la dilapidación inconsulta de los recursos petroleros. No se descarta igualmente que en la consumación de un fraude, Chávez cuente con las Farc, para requerir su apoyo con el fin de neutralizar los efectos inesperados que podrían surgir de las reacciones oposicionistas al fraude.
    En síntesis, para bien de la sociedad venezolana, se espera que su  polarización no vaya más allá de una disputa democrática para alcanzar el poder, y que en  las elecciones del mes de octubre se defina el verdadero apoyo a la reelección del presidente Chávez, o el crecimiento de una oposición que converja a alcanzar el poder para evitar el despeñadero hacia el socialismo del siglo XXI, sistema  que históricamente lo único que ha logrado cuando ha detentado el poder es la repartición igualitaria de la miseria.
Mario López
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