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Entre la ruina y la fortuna

En EL TIEMPO (18-5-12) apareció un artículo sobre la casa del escritor Jorge Isaacs en Cali, donde su autor dice utilizar como fuente de información mi libro La búsqueda del paraíso. Biografía de Jorge Isaacs (Planeta, 2003). Como en dicho artículo existen algunas imprecisiones históricas, quiero aclararlas.
Cuando los padres del autor de María, George Henry Isaacs y Manuelita Ferrer Scarpetta, se instalaron en la ciudad, después de la quiebra económica que sufrieron en el Chocó, Cali no contaba con 25.000 habitantes, como dice el artículo, sino que era un cantón de 12.000 almas. Cali, para la época, era un poblado de paso entre el interior y el sur del país.
El señor Santiago M. Eder, quien era de origen ruso y tenía nacionalidad norteamericana, no fue el padre de Harold Eder ni el abuelo de Henry Eder; ni mucho menos fue un "perseguidor" del autor de María, como lo señala el artículo.
En mi biografía está claro que la quiebra económica del padre de Isaacs, como la de muchos hacendados del Valle, es el resultado de la liberación de los esclavos que se produjo en 1849, bajo la presidencia de José Hilario López. Los hacendados, entre los que se encontraban Manuel María Mallarino, Antonio Carvajal y Víctor Cabal, se vieron obligados a acogerse a la ley de manumisión de esclavos; es decir, a darles libertad. Esta situación los llevó a quedarse sin mano de obra, en sus fundos y haciendas. Amén de las continuas guerras civiles que vivía el país, y que obstaculizaban cualquier posibilidad de progreso.
Esta fue la razón de la quiebra del padre de Isaacs, que lo condujo finalmente a su muerte (1861), dejándole como herencia a Manuelita y a sus hijos deudas y más deudas. Como consecuencia de esto, unos acreedores ávidos querían quedarse con los cuatro bienes que tenía la familia: la hacienda Manuelita, la casa de la Rita, la casa de la Sierra y la casa del Peñón, en Cali, hoy en ruinas.
En mi investigación, la hacienda La Manuelita, que se iba a convertir con el tiempo en uno de los ingenios azucareros más importantes del país y del continente, la adquirió el señor Santiago M. Eder en una subasta pública, en un juzgado de Palmira. Eder la compró por 400 patacones a Manuelita Ferrer, a través del abogado de esta, el escritor Eustaquio Palacios. En mis pesquisas por la obra de los estudiosos de Isaacs no figura que el pionero de la industria azucarera en Colombia hubiera "perseguido" a Isaacs. Quien sí figura en los documentos de los juzgados es el señor Pedro José Piedrahíta, que demandó a Manuelita, la trató de ladrona y, a su vez, al joven Isaacs, de inepto, y se quería quedar con todo.
¿Qué pasó con las otras propiedades de Isaacs? La Rita la vendió en vida el padre de Isaacs a José María Martínez Barona; el dinero de esta venta lo dilapidó el judío de origen sefardí en el juego y el alcohol. La casa de la Sierra fue adquirida en 1942 por el gobierno nacional y fue declarada patrimonio nacional. Allí, hoy funciona el museo El Paraíso. La casa de El Peñón, de Cali, pasó de manos limpias a manos non sanctas.
Hoy, los propietarios de la casa de El Peñón están interesados en construir allí un centro comercial. Se ha dicho que van a restaurar la casa donde Isaacs escribió el último capítulo de su novela, y que allí funcionará un café internet. Pero resulta que la casa de El Peñón de los Isaacs fue declarada en 1993 patrimonio cultural de Cali. Esto quiere decir que si es un bien privado también es cierto que es un bien cultural y público, patrimonio de los caleños.
Antes que todo, el Ministerio de Cultura y la Secretaría de Cultura de Cali deberían firmar un acuerdo de conveniencia entre las partes, para que la casa de El Peñón sea restaurada y allí se cree el Museo Jorge Isaacs. Un espacio cultural que, ligado al museo El Paraíso, crearía la Ruta Turística y Cultural del autor colombiano. Sería un merecido homenaje al más grande escritor hispanoamericano del siglo XIX.
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