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¿Orejas de conejo?

Se abren caminos para llegar a un nuevo acuerdo, más legítimo, justo y sostenible.

JUAN LOZANO
Es hora de serenidad y grandeza para construir con generosidad, realismo y patriotismo desde todas las toldas un nuevo acuerdo de paz, razonable y sostenible. Enorme daño están haciendo las voces extremistas de lado y lado. Por una parte, quienes les sugieren al Presidente y a la Corte toda clase de triquiñuelas y audacias jurídicas para ponerle conejo al No. Y, por otra parte, quienes apuestan por la intransigencia total y la denegación integral de los acuerdos de Cuba.
Ni lo uno ni lo otro es patriótico. Voces razonables de las toldas del Sí le están diciendo a Santos que resultaría inaceptable ponerle conejo al No, y voces razonables de las toldas del No están diciendo que hay elementos importantes rescatables en los acuerdos.
En los últimos días, sectores representativos del Sí y del No han dado pasos significativos. Al punto: es notable el salto hacia el entendimiento incorporado en la declaración de Álvaro Uribe del 19 de octubre cuando insiste en “el Pacto Nacional para sacar adelante el acuerdo de La Habana” y, a continuación, señala que si ese pacto se da, apoyará su implementación en el Congreso.
Con toda razón Pacho Santos, quien ha venido planteando razonables vías de entendimiento, refiriéndose a esa declaración de Uribe, dijo: “Abre una puerta de confianza inmensa y aspiro a que el Gobierno lo lea así”. Y desde las toldas del Sí, para citar solo un ejemplo, Claudia López advierte que “destrabar la paz es tarea de todos” y que se deben “proponer ajustes sustanciales, no solo maquillaje”. Y avanza Claudia en unas propuestas que coinciden con otras que se han hecho desde otras orillas.
Con el texto de Claudia señalo algunas coincidencias: “1) No incluir todos los acuerdos de Cuba en la Constitución indefinidamente... solo lo relacionado con DIH y DD. HH. Por un tiempo limitado... 2) Precisar el área, condiciones y obligaciones en las que se restringirá la libertad de sentenciados como máximos responsables de delitos atroces para que constituya una sanción efectiva y no simbólica... 3) Que los derechos de participación política de los condenados por graves delitos se recuperen progresivamente tras el cumplimiento efectivo de la pena. 7. Que las Farc den razón precisa de los desaparecidos, secuestrados y niños reclutados”.
Estos ejemplos dejan claro que hay perspectivas ciertas y reales de alcanzar un acuerdo más amplio y legítimo que el derrotado en el plebiscito. Y que no todo lo avanzado ha de perderse. Subsisten, claro está, grandes diferencias por dirimir en temas como la jurisdicción especial o la eficacia de lo acordado para desmontar el narcotráfico, que lucía muy precario, pero lo cierto es que hay unos puentes para lograr unos consensos que antes eran inimaginables.
No nos podemos quedar a vivir en el domingo del plebiscito. Por eso, De la Calle y compañía deberían tener presente un buen trino de Álvaro García: “El Gobierno no debe solamente reunir propuestas y llevarlas a Cuba. Para eso está Servientrega. También va en representación de los 6,5 millones que votaron No”.
Y ahora, cuando leo que una segunda delegación, encabezada por el ministro Cristo, se va para Cuba a meter el acelerador a los acuerdos, es bueno recordarles a sus miembros que cuando empezaron a acosar a De la Calle y a inducir errores en la negociación para firmar rápido se les ahogó el Sí. Las Farc también deben poner de su parte, aceptar el veredicto popular y estudiar modificaciones necesarias.
En todo caso, aunque algunos dicen haber visto las orejas del conejo, yo estoy recuperando el optimismo que había perdido. Me rehúso a creer que, teniendo por delante una posibilidad real de alcanzar un acuerdo nacional sólido y sostenible, nuestro Presidente, ya laureado, vaya a malograrlo por afanes ceremoniales. No hay tiempo que perder, es razonable urgir un nuevo acuerdo, pero la tarea hay que terminarla bien.
JUAN LOZANO
JUAN LOZANO
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