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No jodan

Santos y Uribe son solo dos enemigos políticos haciéndose la vida imposible.

Lo que menos me gusta de los uribistas es que me hacen sentir simpatía por Juan Manuel Santos. Y eso que tienen muchas cosas que irritan. Lo aleccionados que están, por ejemplo. Lo obtusos y la poca capacidad que tienen para entender que los están manipulando. Pasa que cuando uno ha sido manipulado y lo descubre, lo invade la tristeza y la rabia por haber sido tan ciego.
Luego está la jerga que usan: Farcsantos, castrochavismo, bandoleros, narcoterroristas, alias ‘Juampa’. Uno puede ser crítico y rebelde, pero con dignidad y respeto por el lenguaje. Y de la mano de su vocabulario vienen los memes, burdos y sin gracia, porque la extrema derecha no solo carece de inteligencia, sino de humor.
Después vienen las mentiras y las exageraciones. La falsa carta de Juan Gossaín, la salida de Burger King, las multitudinarias marchas de tres gatos que organizan. Un uribista ve una mala noticia y la difunde, la sobredimensiona. Y si no la encuentra, se la inventa. Suficiente con los malos manejos de esta administración como para que encima haya un grupo de incendiarios saboteando todo.
Entrenados como están, los uribistas utilizan términos radicales tipo catástrofe, régimen del terror, derrumbe y quiebra. Repiten y repiten porque eso les enseñaron, sin saber si es verdad o mentira, si afecta o conviene. De tanto repetir nos tienen llenos de miedo, lo que causa el efecto contrario: en vez de generar credibilidad, generan es fastidio. Y eso pasa porque los mueven el odio, el resentimiento. Les duele que Santos los haya traicionado, que se mostrara seguidor de Uribe y ahora haga lo que se le da la gana. Y entiendo su dolor, ¿pero qué esperaban? Es el Presidente y está para mandar. Si se la montan, él la va a montar de vuelta persiguiendo a la oposición.
Además, no lo tomen personalmente, que un político en general, y Santos en particular, se le voltea a cualquiera. Pero personalmente se lo toman, por eso lloran cada vez que pueden. Son niños furiosos porque les quitaron su juguete. Porque esa es la otra, Colombia no les interesa, es una herramienta apenas para lo que de verdad importa: el ego de su líder. El ego es una cosa peligrosa, nunca se llena, y mientras más se alimente más hambriento se vuelve. Se refieren a Santos como traidor a la patria, porque para ellos Uribe es la patria.
A Santos también lo motiva el ego. La paz de Colombia lo mueve poco, le importa es quedar en la historia como la persona que la logró, como si firmar un acuerdo con las Farc y la paz fueran sinónimos. Ambos bandos se mueven por las razones equivocadas, y desde orillas opuestas están obsesionados con la guerrilla, como si ella fuera la raíz de todo.
El bombardeo de los uribistas ha sido tal que veo a Santos como víctima, como cuando juega el Barcelona y le voy al rival, porque tiene las de perder. Por eso no soporto al Centro Democrático. Si se calmara y lo criticara con el cerebro, y no con las víscera, el Presidente quedaría al desnudo y sería inexcusable. Vean no más lo del racionamiento, por poner un ejemplo reciente que nos afecta a todos. De 'no va a haber cortes' pasó a que 'había que tener cuidado'. Ya va en que si no ahorramos energía va a haber apagón. Está poniendo la solución en manos de los usuarios, cuando fueron los malos manejos los que nos trajeron hasta este punto.
El mundo está lleno de personas que posan de buenas y son terribles, Santos y Uribe caben en dicha categoría. Ninguno nos representa, son solo dos enemigos políticos haciéndose la vida imposible. Que de paso nos lleven por delante es otra cosa. Y aunque me odio por defender a Santos, no soportaría volverme uribista. Al primero le pido que afine, que esto se le está saliendo de las manos; y a los segundos que, por favor, dejen de joder.
Adolfo Zableh Durán
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