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¿Miedo a una primavera colombiana?

La marcha del 2 de abril, fruto de las redes sociales, puso a la defensiva al gobierno.

Muy acertado el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, cuando dice que en Colombia no hay paramilitarismo sino bandas criminales. Cualquiera se da cuenta de que revivir ese fantasma es una estrategia de los terroristas que están en La Habana no solo para dilatar más la negociación sino para enfilar invectivas –¿y fusiles?– contra los opositores de esa capitulación, que para ‘Timochenko’ y sus muchachos vienen siendo unos ‘paracos’.
Y muy acertado también al pedir el control de esas peligrosas “armas de guerra” que son las redes sociales, pues es inaceptable que un exconcejal de La Guajira les pida a ‘los Úsuga’ –se sobreentiende que a los dirigidos por el bandido ‘Otoniel’, no a cualquiera que porte ese apellido– matar policías, o que un joven inexperto le sugiera al Eln, a través de su cuenta de Twitter, asesinar al Presidente.
El muchacho la sacó barata con la suspensión inmediata de su cuenta por 24 horas, pero no deja de advertirse un notorio contraste con el caso de quien pidió ponerle una bomba a la marcha del 2 de abril, pues no solo no recibió sanción alguna sino que salió defendido por el mismísimo Diego Santos, pariente de ‘Juampa’ y director de Twitter en Colombia, a través de un trino en el que expresó que conocía al autor de la amenaza y que solo era una “tomadura de pelo”. No sobra decir que las cuentas de las Farc y el Eln se mantienen activas, como si no fueran todavía unos grupos terroristas.
Y es que la marcha del 2 de abril, fruto de las redes sociales, puso a la defensiva a un gobierno cuya favorabilidad entre los jóvenes –los llamados “nativos digitales”– apenas alcanza el 11 por ciento (YanHaas), lo que hace temer que futuras protestas (marchas o plantones) se gesten en cuestión de minutos a través de los smartphones, como ocurrió en varios países árabes. ¿A eso es a lo que le teme el Ministro?
Impopularidad significa ingobernabilidad, y la de esta administración está alcanzando ribetes insospechados. Si bien la reacción espontánea y totalmente comprensible de la hermana del teniente Jorge Alzate, asesinado por las Farc, de negarse a saludar de beso al Presidente se debió a no hallar congruencia entre la condecoración y el trato institucional, pues ya la Policía les había dicho que el suboficial “no era un héroe” por no haber muerto en actos del servicio, sino en una actividad corriente, es imposible abstraerse de pensar si para esta joven lo incoherente no sería el excederse en cortesías con quien ha sido tan laxo con los asesinos de su hermano, que es lo que tiene la popularidad de Santos por el suelo.
Dicho episodio debió terminar ahí, pero a algún lambón, en la alicaída institución policial, se le ocurrió emitir un vulgar comunicado en el que le ofrece excusas a Santos por el desplante de una persona que ni pertenece a esa institución ni tiene por qué pedir excusas puesto que no hubo ofensa alguna. Mas bien, es el general de la palomita de jabones Dove (como dice Lorenzo Madrigal) el que se debe excusar por semejante atrevimiento, ¡esto no es una monarquía, señor!
Es que, como dice una caricatura de Matador, a Santos no le sale ni media. Advertido de la bomba que traía The Economist sobre la existencia de un informe oficial que les atribuye a las Farc una fortuna de US$ 10.000 millones, se anticipó a decir que “si le encontramos plata a las Farc, se la incautamos”, pero de tiempo atrás ha insistido en que “no hay evidencias de bienes de las Farc en el exterior”. A estas no se les pide un centavo para reparar víctimas. Habrá un lavado de activos y eso no lo olvidan las redes. Así que controlen esas peligrosas armas porque tumban gobiernos.
Saúl Hernández Bolívar
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