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México con J*

De la poesía me serví para combatir y con ella me apresto a conseguir la paz.

JOTAMARIO ARBELÁEZ
... Después de presentarme ante el mundo en plena adolescencia rabiosa como un enviado de las tinieblas a sembrar el terror con las negaciones sacrílegas a una tradición putrefacta y a una literatura tambaleante, cuando el mundo que había tratado de poner patas arriba se empeñaba en entiesarme las mías, fracasado, endeudado, desamorado y con los miembros llenos de estigmas, fui convocado por unas entidades selectas en una mesa de médiums para que cambiara el discurso del fin del mundo por la anunciación de una alborada donde la luz sería el nuevo manto de Cristo.
Mis compañeros conspiradores y ateos a rabiar se rasgaban las vestimentas por mis indeseadas amistades metafísicas y peor todavía destellantes de divinidad, lo que constituiría defección del principal principio de la causa perdida cual era incredulidad hacia cualquier forma de lo celeste. Este fenómeno se gestó hace 48 años y apenas lo estoy poniendo de presente en estas calendas, cuando Nicolás el de Tolentino y Agustín el de Hipona, que me reclutaron desde El Club de Arriba para persistir en la denuncia de los verdugos de la criatura, y se comprometieron a llevarme la mano emplumada, me han cumplido a cabalidad con los cinco deseos expresados. Era su manera de capturarme de retorno hacia el Redentor. Cinco, me dijeron, y cuando los hayas recibido darás fe de la divinidad. Pensé en las más bellas cinco mujeres que tenía en capilla, pero ellos descubriendo lo bastardo de mis pretensiones me instaron a que fueran deseos trascendentes, espirituales o por lo menos intelectuales. Así que me trancé por pedir cinco premios de literatura...
Y es el momento en que recibo el impecable Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde 2015, otorgado por la Universidad de Zacatecas, de México, como reconocimiento a mi obra en marcha, incluida la que rompí, la que me quemaron y la que me resta por escribir. Que a un poeta le pase eso mientras no ha terminado de gastar sus zapatos terrestres, en plena tierra de la Virgen de Guadalupe, con quien también tiene sus historias... díganme si no merece de corazón arrodillarse para dar gracias a la poesía y a la vida, que son la máxima expresión de la divinidad, por el corazón que bombea cada día con más ritmo y por las rodillas crujientes que antes solo doblaba para hacer el amor. La presea –que consiste en medalla de plata, diploma y un cheque que no debo decir de cuánto– me acaba de ser entregada en esta solemne ceremonia del Festival Internacional de Poesía Ramón López Velarde, que estoy presidiendo en Zacatecas. Para ello mandé a que plancharan mi liquiliqui, aunque mi esposa me insiste en que deje de imitar las impertinencias de Gabo y mejor cale el jorongo de Durango que hace 2 años me puso sobre los hombros la exquisita artista Reyna Valenzuela.
... Si en los principios de mi loca carrera de poeta errabundo me fue bien tomado de la mano del diablo, al que terminé por ponerle los cuernos, veremos qué me va a pasar en mis errancias de poeta con Jesucristo. Si no tuviera conciencia de la notabilidad de este premio no me estaría celebrando y cantando a mí mismo, licencia que espero ustedes comprendan y perdonen. Con la poesía me acuesto y con la poesía me levanto, con la poesía desayuno y me embriago de poesía, de la poesía me serví para combatir y con ella me apresto a conseguir la paz, por lo menos en mi país que tanto la necesita. Para no volver a contemplar los ríos alfombrados de cadáveres ni a los campesinos motoaserrados por la mitad. Ahora que voy a disponer del poder contundente de la oración, y no porque la poesía me haya permitido recibir un puñado de oro de México, oro por México. Para que vuelva a ser, tan pronto logre espantar al demonio, y lo siga siendo por siempre, ejemplo y orgullo de las naciones del orbe.
* En la entrega del Premio López Velarde 2015. (Fragmentos)
JOTAMARIO ARBELÁEZ
JOTAMARIO ARBELÁEZ
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