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Y el mindefensa, ahí

Crecen narcocultivos y homicidios, las ‘bacrim’ copan zonas Farc y la corrupción se tomó el comando.

Mauricio Vargas
La cifra inquieta: tras una década de descenso sostenido del homicidio en el país, durante las primeras 14 semanas del año ha habido 3.491 casos, 235 asesinatos más que en el mismo lapso de 2017, lo que marca un aumento del 7,2 %. Al denunciar semejante retroceso, el fiscal Néstor H. Martínez puso el dedo en la llaga del narcotráfico para identificar la principal causa. Después de las ilusiones generadas por la desmovilización de las Farc, la noticia cae como un baldado de agua fría.
La causa es el narcotráfico, es cierto, pero el gran facilitador de la disparada de los homicidios ha sido la ingenuidad del Gobierno. Al anunciar los avances en la mesa de La Habana en materia de narcotráfico, el presidente Juan Manuel Santos sostuvo que, una vez desmovilizados, los hombres de las Farc ayudarían a erradicar cultivos, desmontar laboratorios y develar rutas de exportación. Nada de eso ocurrió. No hemos visto a ‘Timochenko’ ni a sus compadres arrancar matas. Y en vez de verlos identificar laboratorios y rutas, hemos sido testigos de que al menos uno de ellos, el pomposo senador de la República por designación, ‘Jesús Santrich’, en noviembre negociaba 10 toneladas de cocaína con agentes del cartel de Sinaloa.
El grado de vinculación de sectores de las Farc con el negocio de la cocaína es tan grande que el sobrino de ‘Iván Márquez’, Marlon Marín, viajó a Estados Unidos para convertirse en testigo protegido de la justicia de ese país contra ‘Santrich’ y contra los de Sinaloa. Y eso solo es posible por lo mucho que sabe, tanto de esas actividades ilícitas en los años anteriores como de las de ahora, porque las acciones que él y ‘Santrich’ ayudaban a preparar se conjugaban en presente.
Fiscalía y Policía coinciden en que hay un estrecho vínculo entre el cartel de Sinaloa y al menos una de las tres bandas criminales que tienen asolado a Nariño, la del sanguinario ‘Guacho’, que ya mató a tres periodistas ecuatorianos. Con el caso de ‘Santrich’ a la vista, crecen las dudas de que haya una verdadera ruptura entre la Farc –el partido– y sus disidencias que siguen activas en el narcotráfico.
Y a todas estas, ¿dónde anda el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas? El balance de su gestión no puede ser más lánguido. En sus narices se multiplicaron los cultivos de coca, las bandas criminales coparon los espacios de las Farc en regiones como Cauca, Nariño y Chocó, el narcotráfico se disparó, el Eln pasó de ser una guerrilla derrotada a una fortalecida amenaza, y el Epl reapareció. La consecuencia lógica es que el homicidio va creciendo más del 7 % este año. Y el ministro, que hace unas semanas se anticipaba a decir que los asesinatos bajarían mucho en 2018, ahora calla. Siquiera: es lo que mejor hace.
Como si fuera poco, escogió tan mal a los generales que debían acompañarlo en el alto mando en el posconflicto que las Fuerzas Militares, en vez de producir noticias de golpes al Eln y a las ‘bacrim’, generan titulares por la corrupción en el Comando de Inteligencia y en la Agencia de Logística, de donde se han esfumado miles de millones de pesos. Claro: Villegas y el Presidente optaron por sacar a cualquier general que se atreviera a cuestionar la ligereza e ingenuidad con que se manejaba la desmovilización de las Farc, y ascendieron a la cúpula a los más tontos y, de paso, a uno que otro vivaracho. Ineficacia y corrupción es la marca que deja el equipo de civiles y militares del Mindefensa. Siquiera se van pronto.
* * * *
Buena lectura. Un trabajo periodístico revelador y riguroso, criterioso y polémico en sus juicios, así es el libro de Vicky Dávila, ‘El nobel’, significativo aporte para entender el doble cuatrienio de Juan Manuel Santos, que todos los interesados en estos años complejos deben leer.
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com
Mauricio Vargas
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