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¿Neutrales o cómplices?

Petro, Samper, Zapatero, el Papa: neutralidad cómplice ante crímenes de dictadura de Maduro.

Mauricio Vargas
Ahora que las balas de los fusiles del dictador Nicolás Maduro ensangrientan las calles y plazas de Caracas y de otras ciudades, se impone una mirada atrás para buscar no a los responsables, que están a la vista, sino a sus cómplices, aquellos que, por activa o por pasiva, permitieron que el sucesor de Hugo Chávez se convirtiera en un vulgar chafarote, a la cabeza de una revolución de mentiras y de una banda de criminales que les han robado a los venezolanos cientos de miles de millones de dólares a nombre del socialismo del siglo XXI.
La responsabilidad de varios gobiernos de la región, incluido el de Colombia, es enorme. Aparte de los compañeros en Ecuador, Bolivia, Brasil y la Argentina de los Kirchner, de ese falso socialismo tan inundado de sobornos y negociados como algunos gobiernos de centro y de derecha, es obligatorio sumar al presidente Juan Manuel Santos, más allá de que ahora haya ajustado el rumbo y se gane, por ello, ofensivos epítetos del déspota Maduro.
Santos prefirió mirar para otro lado mientras el régimen de Caracas subía a diario la apuesta en destrucción de la democracia y violación de los derechos humanos. Aun después de que Maduro ya no significara nada para el proceso con las Farc, el mandatario colombiano siguió jugando al avestruz. Reaccionó tarde y carga esa culpa.
Responsabilidad también tiene el expresidente Ernesto Samper. En busca de un reencauche para borrar las sombras de su controvertida presidencia, aceptó convertirse en el agente internacional primero de Chávez y luego de Maduro, a la cabeza de Unasur, la alianza regional que impulsó Caracas con la ayuda de sus socios y no ha servido absolutamente para nada, menos aún en esta crisis. A diferencia de Santos, Samper apenas ha ajustado un poquito su lenguaje y, después de años de defender de oficio a un chavismo en clara deriva antidemocrática, ahora posa de neutral.
Olvida Samper que, ante la represión brutal que Maduro y sus esbirros ejercen contra los opositores, la neutralidad es mera complicidad. Y lo olvidan también otros ingenuos promotores de un diálogo que solo les sirvió a Maduro y a sus secuaces. Es el caso del expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y del papa Francisco. Lo de Zapatero es el típico caso de buenas intenciones que pavimentan el camino al infierno. En cuanto al Papa, su silencio –tímidamente roto el viernes– indigna incluso entre sus compatriotas. El columnista de Clarín de Buenos Aires Ricardo Roa escribió el martes: “El Papa, que forjó fama de hablar contra los poderosos, no habla de Venezuela (...). Es un silencio estruendoso. Es un silencio que lastima”.
Entre los candidatos presidenciales, Gustavo Petro merece la misma crítica: equiparar a Gobierno y oposición venezolanos en su culpa por lo que pasa es un gigantesco favor al dictador. ¿Qué han hecho los demás presidenciables? Los uribistas han denunciado la represión de la dictadura: nada de qué sorprenderse, pero está bien. Germán Vargas y Humberto de la Calle han creído suficiente mandar unos trinos contra el régimen de Maduro, poco más. Sergio Fajardo también ha trinado mensajes solidarios con la oposición. Juan Carlos Pinzón, más constante, sostiene en cada entrevista que Colombia puede terminar como Venezuela. Pero, sin duda, la ganadora ha sido Claudia López. Por su tono, por su destreza verbal, ha sido más efectiva que los uribistas y muchísimo más clara que los otros. Se trenzó en una disputa vía Twitter con Petro, y lo puso en evidencia. Ante la insistencia del exalcalde de Bogotá en el principio de autodeterminación de los países, lo remató: “Bla, bla, bla, para no condenar y congraciarse con una dictadura por solidaridades trasnochadas de izquierda”. Claro y raspao, como dicen en Caracas.
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com
Mauricio Vargas
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