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Moneda al aire

¿Puede surgir aquí un Macron, que nos libre de la tentación populista de izquierda o de derecha?

Mauricio Vargas
Las elecciones presidenciales francesas, cuya segunda vuelta se celebra el domingo siete entre la nacionalista de extrema derecha, Marine Le Pen, y el independiente de centro, Emmanuel Macron, son un interesante espejo en el cual nos podemos mirar los colombianos. Guardadas proporciones y grandes diferencias, el proceso francés nos alecciona y sirve de alerta sobre los riesgos que entrañan las votaciones del 2018.
Por casi medio siglo, el poderoso Partido Socialista se disputó casi siempre las presidenciales con el frente de centroderecha, que para la campaña actual adoptó el nombre de Los Republicanos. Esa especie de bipartidismo comenzó a romperse con la irrupción del Frente Nacional, liderado primero por Jean-Marie Le Pen –un neofascista antisemita– y ahora por su hija Marine –enemiga de la inmigración y enemiga de la Unión Europea, una mezcla francesa de Donald Trump y Vladimir Putin–, que se adueñaron de los votos de muchos obreros golpeados por la crisis económica y de millones de franceses aterrorizados por los atentados del fundamentalismo islámico.
En la primera vuelta del domingo pasado, los partidos tradicionales salieron duramente golpeados. Macron, que fue ministro de Economía del presidente socialista François Hollande, pero que no es socialista sino independiente –y como tal se lanzó, sin apoyo de partido alguno–, sacó 8,6 millones de votos, por encima de los 7,6 millones de la derechista Le Pen, y ambos pasaron a segunda vuelta. Lo interesante es que, en porcentajes, Macron apenas obtuvo 24 % y Le Pen, 21,3 %. Aunque no se debe confiar, todo indica que Macron ganará la segunda vuelta, porque la mayoría de los votantes por los candidatos eliminados le temen a Le Pen.
No lejos de ellos (19,6 %), en el cuarto lugar, quedó Jean-Luc Mélenchon, un populista de izquierda que tuvo palabras de elogio para la alianza bolivariana de Cuba y la Venezuela chavista, y es tan antieuropeo como la señora Le Pen (los extremos se tocan). Si Mélenchon hubiese pasado, Francia habría quedado condenada a romper con Europa. Casi ocurre debido a la división del voto entre muchas opciones.
Partidos tradicionales desprestigiados, populistas de derecha y de izquierda, dilución del voto, ¿les suena –con diferencias obvias– parecido a Colombia? Aunque falta un año para la primera vuelta, en el país las encuestas ubican a los favoritos (Gustavo Petro, Germán Vargas, Sergio Fajardo) en alrededor del 10 % de las intenciones de voto, con Claudia López un par de décimas abajo. No es arriesgado decir que a esa pelea pueden entrar Humberto de la Calle, por el liberalismo; el candidato uribista, que siempre arranca bajito y luego sube; Juan Carlos Pinzón, por ‘la U’, o alguno más de la izquierda (¿Jorge Robledo? ¿El de las Farc?).
Si ninguno toma una fuerte ventaja (Vargas la tenía, pero la perdió, un poco por el cocotazo y otro poco por despedirse del cargo del brazo del presidente Juan Manuel Santos, que tan impopular anda), a la segunda vuelta pueden ir dos candidatos que, en la primera, apenas superen el 20 %. Y 20 % puede sacar cualquiera, un populista de izquierda y uno de derecha, entre otras cosas, porque los recientes escándalos (Odebrecht, Reficar, la ‘mermelada’) dejan muy mal parados a los partidos del régimen. En fin, estas elecciones pueden ser una moneda al aire.
En Francia, la vacuna antiextremista ha sido Macron. Su secreto radica en que, a pesar de venir del establecimiento, hizo una campaña de ruptura con los partidos tradicionales y planteó un liderazgo joven (tiene 39 años) y propuestas de renovación para un sistema político anquilosado y sacudido por escándalos de corrupción. ¿Ganará? Y, si lo hace, ¿habrá algún líder demócrata y moderado que siga su ejemplo en Colombia y pueda aquí atajar la tentación populista?
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com
Mauricio Vargas
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