¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

El tatami y la Declaración Balfour

El liderazgo judío en la Declaración Balfour buscó, como hoy, cooperar con sus vecinos árabes.

Marco Sermoneta
Esta semana se cumple el centenario de la Declaración Balfour, un hecho histórico de reconocimiento y apoyo del Gobierno británico al derecho inalienable del pueblo judío a la autodeterminación en su patria histórica, la tierra de Israel.
Con ese famoso documento, el Reino Unido formó parte de un importante consenso internacional que apoyaba al sionismo, la aspiración del pueblo judío de restaurar su independencia y soberanía en su tierra ancestral, y afirmó los derechos del pueblo judío. En el mismo periodo, también Francia, Italia, Estados Unidos, Japón, entre otros, expresaron su apoyo a nuestras aspiraciones. De hecho, en 1922, la Declaración Balfour se convirtió en parte del mandato encomendado por la Liga de las Naciones al Reino Unido en Palestina (esta era la designación geográfica común del área en ese momento, sin ninguna connotación política o étnica).
Esta decisión fue un hito importante: se otorgó el reconocimiento oficial de la comunidad internacional para el movimiento nacional judío, lo que llevó a la independencia de Israel el 14 de mayo de 1948 y a la admisión de Israel a la ONU el 11 de mayo de 1949 como su miembro número 59. Después de casi 2000 años de anhelo, el pueblo judío restauró su hogar y soberanía en la tierra de Israel.

La paz llegará solo cuando exista respeto y reconocimiento mutuo. Podríamos empezar por el deporte.

El liderazgo judío en el momento de la Declaración Balfour buscó, como hoy, cooperar con sus vecinos árabes. Jaim Weizmann, quien representó a la Organización Sionista Mundial, y el emir Feisal (uno de los líderes árabes más sobresalientes) firmaron un acuerdo en 1919 para trabajar juntos a fin de lograr las aspiraciones tanto de los judíos como de los árabes de la región.
Lamentablemente, este precedente no duró mucho. A lo largo del siglo XX, así como en nuestros días, los líderes palestinos y árabes siguen rechazando los derechos de los judíos, promoviendo una visión global exclusivista de que la tierra solo les pertenecía a ellos y alentando ataques violentos contra la población judía.
En la Cumbre de la Liga Árabe en julio del 2016, el presidente palestino Abás anunció su intención de demandar a Gran Bretaña por emitir la Declaración Balfour. Esta vehemente oposición a la Declaración Balfour permanece arraigada en la mirada antihistórica según la cual los judíos son ajenos y en la falsa suposición de que no tienen ninguna conexión con la tierra y ningún derecho de ningún tipo para vivir allí como pueblo.
Quien dice 100 años después que se opone a la Declaración Balfour y que se trata de un documento que hay que condenar, expone un estado de ánimo fundamentalmente problemático. Porque decir que el pueblo judío no tiene derecho a su hogar nacional significa no creer en la paz o en la reconciliación y creer que el pueblo judío no tiene derecho de autodeterminación en ninguna parte de su antigua patria.
Dos acontecimientos de los últimos días ‒uno en Bogotá y el otro en Abu Dabi‒ manifiestan precisamente este estado de ánimo. El primero, el tuit de la misión palestina aquí en Colombia (del 19 de octubre) que dice: “El fin de Israel es nuestro objetivo... No queremos paz, queremos guerra”.
El segundo, la actitud vergonzosa de anfitriones del Grand Slam de Judo en Abu Dabi, que no permitieron que judocas israelíes compitieran o recibieran las medallas que ganaron bajo su propia bandera ni permitieron sonar nuestro himno nacional cuando se le otorgó el oro al judoca israelí Tal Flicker. Esta actitud antideportiva fue parte también del comportamiento de algunos atletas de países árabes que salieron corriendo del tatami para evitar estrechar la mano extendida de sus oponentes israelíes.
La paz llegará solo cuando exista respeto y reconocimiento mutuo. Podríamos empezar por el deporte.
MARCO SERMONETA
* Embajador de Israel
Marco Sermoneta
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción