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No a revocatoria de Petro

A Miguel Gómez, un parlamentario honesto y valiente, se le fueron las luces como promotor de la revocatoria del mandato del Alcalde de Bogotá.
Con esa movida, que no pienso apoyar, le está entregando a Gustavo Petro Urrego una razón legítima para asumir su defensa. Pero ya no contra las críticas, más que fundadas, de su pésima alcaldía, sino ahora contra la existencia de una supuesta conspiración política de la ciudadanía. Todo eso, bañado en su salsa favorita: su victimización.
Petro no tiene ni idea de gobernar. Ni de administrar. Ni de gerenciar. Pero de hacer política sí sabe. Por eso la propuesta de su revocatoria le llega como caída del cielo. Le da la licencia que necesita de meterse en una campaña cuasi electoral para no dejarse tumbar.
Y eso, además, le servirá como disculpa para tapar sus metidas de pata más recientes: ¿cómo va a des-contratar los camiones viejos de basura y germinados de fríjoles -de chili con carne gringo- que alquiló, y que ya no necesita porque volvió a cuadrar con los empresarios mafiosos y paramilitares de las basuras, para que todo volviera a ser como en el día uno? Por Twitter dice que desmontó el contrato sin costo para la ciudad. Señores Contralora, Fiscal y Procurador: investiguen quién es el bobo del contratista que supuestamente se dejó meter gratuitamente ese gol, o que le hizo semejante regalo a la ciudad, porque por algún otro lado lo deben estar recompensando con otro contrato. ¿Y qué pondrá a hacer ahora Petro a los 1.500 empleados nuevos que les sonsacó a esos operadores privados de basuras, y que hoy no tienen absolutamente nada que hacer?
La primera reacción a este torpe amago de revocatoria será que quemarán a uno de los fusibles de Petro. No demorará, ya verán, en caerse aquel personajillo de marras que funge de gerente del Acueducto, el señor Diego Bravo, con el argumento de que mantuvo engañado al Alcalde con la supuesta organización -inexistente- de la nueva operación de basuras. Eso ya ha salido a sugerirlo el Secretario de Salud del Distrito (y por cierto uno de los pocos gestores de esta administración), Guillermo Alfonso Jaramillo.
Otro error muy grave de la invitación a revocar a Petro consiste en que es excluyente. Está dirigida a "los antiabortistas, movimientos por la familia, militares retirados, grupos católicos o cristianos, taurinos, anticomunistas o libertarios, uribistas, conservadores, etc.". Es decir, al ciudadano antipetrista se le exige una serie de militancias políticas o ideológicas que no suman, sino que restan. ¡Qué torpeza no incluir a todos los bogotanos que simplemente estén descontentos con la pésima gestión de su Alcalde, y que suman cerca del 67 por ciento, sin importar su origen, condición o pensamiento!
En lugar de darles semejante papayazo a las fortalezas políticas de Petro, los ciudadanos deberíamos tener la paciencia de aguardar a que este alcalde se caiga por sí solo. Es decir, destituido por alguna de las "ías" a manera de sanción por sus abusos del poder. En un año de gestión, Petro ha producido más causales de ilegalidad para su destitución que los lambetazos que le pega un niño a una "bombombum" antes de alcanzar el preciado chicle bajo su última capa.
Mientras tanto, admito que el costo que va a tener que pagar la ciudad es grande. Ya se empezó a notar el bajonazo de Bogotá en los índices decrecientes económicos del país.
Pero es mayor el costo de fortalecerlo con este amago de revocatoria. Corremos el riesgo de que Petro arrecie su manipulación populista de los más pobres. A punta de regalos y rebajas irá reuniendo, ahora más rápido, al ejército ciudadano que necesita para no dejarse revocar de las "oligarquías bogotanas" al servicio de "las mafias" que nos ha montado como coraza.
Cuando el río suena... Ahora resulta que la rebaja del IVA no es para el ciudadano-consumidor, sino para el que sigue vendiendo al mismo precio, pero pagando menos impuestos.
María Isabel Rueda
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