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Vuelta de tuerca

Albergues transitorios de desarme se pueden aprovechar como aldeas-laboratorios de una paz de verdad

Las zonas veredales transitorias, donde avanza el proceso de desarme de las Farc, bien podrían convertirse en zonas permanentes de desarrollo local. El Gobierno tiene allí la oportunidad de acelerar la implementación del acuerdo, estimulando la articulación de las economías locales con las cadenas productivas sectoriales.
Estuve en la zona veredal de Caldono y en la cordillera Central, arriba de Buga y de La Habana. La vereda El Placer no ha tenido nunca energía eléctrica. Ni hablar de La Guajira. Allí fue donde pensé que los albergues transitorios del desarme se pueden aprovechar como aldeas-laboratorios de una paz de verdad. Que faciliten la incorporación no solo de los guerrilleros, sino de las comunidades de base, a este otro país que quiere entrar a la Ocde.
En Colombia hay 1.652 veredas que no tienen servicio eléctrico, esto alcanza el 66 por ciento de nuestro territorio. Y hay, más o menos, 700.000 personas que reciben energía intermitente y contaminante. Son zonas aisladas y alejadas. Conectarlas al sistema eléctrico nacional es inviable, pero producir una gran transformación de sus culturas mediante el uso de energías renovables sí es posible. Solar fotovoltaica, biomasa, microcentrales hidráulicas. Pasarían de condiciones de Edad Media al siglo XXI, sin pasar por las energías fósiles.

Al enfoque territorial hay que meterle más innovación social que recetas centralistas: ir al país del abandono y hablar con la gente.

Estas aldeas de modelación de un nuevo país se pueden conectar con la red de centros de desarrollo tecnológico de Colciencias, y producir la revolución agrícola y campesina de la paz. Ahí están los 13 centros de investigación de Corpoica, que cubren 14.000 hectáreas. A la sustitución de cultivos ilícitos hay que meterle más ciencia que represión. Oferta tecnológica de primer mundo: bioproductos, agroecología, semillas adaptadas al cambio climático, genética aplicada para nuevos híbridos.
Al enfoque territorial hay que meterle más innovación social que recetas centralistas: ir al país del abandono y hablar con la gente, recuperar saberes ancestrales, buenas prácticas; facilitar sueños y realidades. Ahí está el sector privado, listo para emprender grandes proyectos. Presidente Santos, esto que yo escribo no es una utopía. Se ha hecho en otras partes. Usted tiene tiempo para empezarlo y dejar el proceso encaminado. Métase al horno de la paz, saque el pan antes de que se queme y dele una vuelta de tuerca al país que soñamos.
MANUEL GUZMÁN HENNESSEY
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