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Noruega votó por el Sí

Se requiere que pensemos primero en el país. Ya Santos pasó a la historia como pacifista, no sea que otros pasen a la historia como guerreristas.

Luis Noé Ochoa
Ganamos, sí, sí, Colombia, no solo a Paraguay, sino ante el mundo. El Comité Noruego designó al presidente Santos como premio nobel de paz 2016. Extraordinaria noticia para este país loco y cambiante, de risas y llanto.
Ahora el mandatario se une al genial Gabriel García Márquez, que era nuestro único nobel. Ganó el realismo mágico de la paz, el de las camisetas amarillas y blancas.
El comité del premio más trascendental del mundo para exaltar los esfuerzos de paz dijo Sí y con ello Juan Manuel Santos pasa a la historia, al lado de varios grandes: Martin Luther King, George Marshall, Nelson Mandela, santa Teresa de Calcuta, el propio Barack Obama y muchos más. Pudo ser al lado de Uribe, pero ahora los chistes de redes en este país, que no pierde el humor, dicen que a él le darán el de física: de física envidia. ¿Será? Bueno, este viernes felicitó con vainazo incluido.
Pero hoy no es de ofensa, sino de paz. Santos obtiene el Nobel como un reconocimiento a sus esfuerzos por detener esta guerra absurda de 52 años, que, como lo dice la organización en Oslo, “ha costado la vida de por lo menos 220.000 colombianos y desplazado a cerca de 6 millones de personas”.
Por buscar un futuro mejor para nuestros hijos, o así sea por el Nobel, él se ha jugado sin reservas su capital político, su tranquilidad y la de su familia, y ha sido insultado, descalificado, etc. Pero se ha avanzado como nunca, contra viento y marea.
Noruega dijo Sí. Le dan el premio al Presidente, pero también a Colombia y a las víctimas de la violencia. Esas mismas valientes personas que el domingo quedaron con la ilusión por el suelo, porque muchos votaron No. A conciencia unos, desorientados otros, quizás, quizás, pues, como confesó Juan Carlos Vélez Uribe, en el Centro Democrático hicieron una campaña mentirosa para meterle miedo y odio a la gente, antes que para explicarle el acuerdo.
El Nobel reconfirma que Noruega y el mundo reconocen lo pactado en La Habana. Y exaltan que a pesar de la derrota, Santos convocó a la unidad y gritó “no me rendiré”. Es que la paz debe estar por encima de cálculos políticos y odios.
Esos odios que nos hicieron aguar los ojos el domingo y pensar si aquí definitivamente hemos perdido la humanidad y la sensibilidad. Sí, queridos de No, hubo una lágrima rodada, porque sentí que era una derrota al intento de paz, a las víctimas, como las de Bojayá, donde, con una ejemplar capacidad de perdón, ellos, sin pensar en la elección del 2018, votaron casi todos por el Sí. Al hablar con una amiga, me dijo que no sentía un peso parecido en el alma desde cuando mataron a Galán. Claro, es que estaban matando la esperanza.
El mensaje del Nobel es que sigamos adelante hasta lograr la paz, que las partes “sigan respetando el cese del fuego”. Va a ser difícil y depende de muchas cosas. De las Farc, primero, pero también de quienes se apropiaron de los votos del No. Ellos tienen que ser realistas. Eternizar el proceso, hacer tiempo –como Maduro–, intentar que no lo firme nuestro nuevo premio nobel es fumar con la gasolina al cuello. Porque aunque las Farc quieren mantener el cese de hostilidades, hay una guerrillerada aceitando los fusiles que iban a entregar el lunes. Reloj, no marques las horas...
El mundo está con Colombia. Si se necesitan ajustes, que sean precisos, no desmedidos, y lo más pronto. Se requiere que pensemos primero en el país, que haya más grandeza de alma que celos e intereses partidistas. Ya Santos pasó a la historia como pacifista, no sea que otros pasen a la historia como guerreristas. A celebrar austeramente, con 'kjeks uten syltetøy'. Es decir, galleta sin mermelada, como se dicen en noruego.
Luis Noé Ochoa
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
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