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La Selección es la patria

Fue un fútbol de salario mínimo, que apenas alcanza para sobrevivir, y en diminutivo.

Luis Noé Ochoa
Eso que dijo el nobel Albert Camus, de que la selección nacional de fútbol es la patria, es verdad. La interpreta, la refleja y, en todo caso, es motivo de pasiones, alegrías, tristezas, rabias o preocupaciones. O de divisiones, como la política.
Después del partido contra Bolivia, que se suponía era fácil, un titular decía: ‘Se sufrió más de la cuenta’. Ese es nuestro sello colombiano. El gesto de James Rodríguez batiendo la mano en señal de ‘qué peligro, casi no’ es un gesto nacional.
Aquí se sufre más de la cuenta. Con la paz hicimos el gesto de James, pero vamos saliendo. Se sufre, por ejemplo, para lograr una cita médica con un especialista o para obtener los medicamentos, pues a veces es más fácil anotar un gol olímpico. Con el gesto de James, en señal de peligro, salieron los soldados venezolanos de Arauca, que alegaron que el río se torció, cuando parece que el que se tuerce es Maduro.
Dice este diario que fue “un fútbol pequeño”. A lo nacional, también. Un fútbol de salario mínimo, que apenas alcanza para sobrevivir, y en diminutivo, con un golecito. Y dicen los inconformes que fue de penaltico, que no se lo pitan sino a los locales. Y que además el gol fue de rebote, es decir, de chiripa. Y critican que no se dispara. Pero eso es este país: ya casi no se dispara, gracias a Dios, pues las Farc están entregando las armas y nos matamos menos.
La Selección está jugando mal, es verdad; algo pasa cuando cabeceaban más los televidentes que los jugadores, y se decía que saltaba más un pescado en una sartén. Lo ideal es que se juegue bello, con efectividad y goles. Pero se ganó, y a eso íbamos. Tenemos los tres puntos. Un gol es un gol, así sea con la punta del guayo o con la punta de la lengua, dijo un amigo. Y estamos de cuartos en las eliminatorias.

La Selección es el país, sin duda. Interpreta a miles que viven colgados, pero al final les dan las cuentas.

La Selección es el país, sin duda. Interpreta a miles que viven colgados, pero al final les dan las cuentas. Se jugó al rebusque: todos por el centro, ya sea en busca de la capital, o de aquí hacia San Victorino. Y con miedo a las bandas, que son tan peligrosas. Nada por las esquinas, como si recordaran que, con esta inseguridad, en las esquinas atracan.
Y es reflejo nacional, pues no se están entendiendo. Es como si se hubieran contagiado del divisionismo. Se entienden más Uribe y Santos, dijo alguien. Y, cosa rara, están cobrando mal. Cuando para cobrar los colombianos somos especialistas. Si alguien se llega a colgar en las cuotas, a cualquier hora de la noche, cuando está haciendo una de las cosas que más le gustan en la vida, lo llama el cobrador y le daña el tiro libre.
Colombia grita ¡gol! Pero que no sea el gol de los corruptos contra el humilde equipo de los honestos, sino el de la Selección de “mi patria querida”, como decía el campeón Édgar Perea, q. e. p. d.
Por eso, querido profesor Pékerman y querido equipo, ustedes tienen la responsabilidad de darle motivos de alegría y orgullo a un pueblo pujante, en el que han sembrado tanto odio los políticos, varios de los cuales están en las 18 para el 2018; un país donde los que tienen rabo de paja invitan a marchar contra la paja. Ustedes, en cambio, son motivo de unidad, de orgullo nacional, de amor por algo; un bálsamo revitalizador.
Por favor, contra Ecuador jueguen con orgullo de colombianos, con amor por esa camiseta, con afecto y respeto por millones de personas que los admiran.
Este es el partido decisivo. Hagan que Colombia grite gol. Esa es su responsabilidad, pónganle el alma. Si se puede más de uno, mejor, como le decía la novia a un pensionado; pero lo importante es el gustico, los tres puntos. Ustedes son la patria.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
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