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‘Estamos enyucados’

Para erradicar la coca, el campo tiene que ser productivo. Los cultivos legales deben tener salida.

Luis Noé Ochoa
La noticia, publicada el miércoles pasado en este diario, puede irse por las ramas en los círculos del poder, pero tiene que ser preocupante porque interpreta lo que está pasando en el campo.
En Ariari, Meta, el campesino Fabio Hernán Diaza había cultivado 40 hectáreas de yuca, que salió buena, parejita, de esa que consumimos con hogao, sin saber que el ahogao es el cultivador. Él tenía la esperanza de que salvarían un préstamo bancario que hicieron con sus hermanos, y comenzaron a arrancar y a embolsar las pacas de 32 kilos, que venderían a 10.000 pesitos. Que ya es barata, pues en las tiendas en Bogotá le sacan unos 32.000 pesos. Pero le llegó la enfermedad llamada intermediación aguda, que le da al campesino donde más le duele: en este caso, en el tubérculo.
Lo de siempre: “se cayeron los precios”, “estamos enyucados”, “enlechados” o “enhuevados”... Pues, a Fabio se le cayó la yuca. Hasta que terminaron ofreciéndola a 1.000 pesos la bolsa de 32 kilos, cuando la mano de obra para la recolección vale 2.000.
El hombre, entre desesperado y humillado, dijo: “No sigo con esto” y le metió el tractor con el rastrillo. Es un caso triste y a la vez significativo de lo que está pasando en el campo colombiano. Que es lo que ha pasado siempre, pero más grave ahora, cuando se busca la sustitución de cultivos ilícitos. Resulta que ese mismo problemita, según el líder de Agameta, Estivens Navarro, se vive con el plátano, el maíz blanco, la guayaba, la piña, la naranja tangelo.

Llegó la enfermedad llamada intermediación aguda, que le da al campesino donde más le duele.

Un ejemplo: los campesinos hoy están vendiendo la canastilla de plátano extra, de 22 kilos, a 8.000 pesos, y eso poniendo ojos de que les duele el plátano. En Corabastos ya puede costar 20.000. Y ese mismo fruto se compra para un sancocho bogotano a 2.300 pesos el kilo en Bogotá. Y así es todo. En la leche, pagan el litro, con su crema y nata, a 830 pesos. Y aquí la bolsa cuesta 3.400 pesos. Y siempre el país vive enlechado, mientras que el ganadero, como el ternero.
Mientras tanto, la hectárea de coca produce unos 7 kilos, que los cocaleros pueden vender a 3’000.000 de pesos kilo. Esa es la ‘dijerencia’, dijo un paisano. Claro, no hay como dormir tranquilos, con el plátano en la mano; saber que no envenena a nadie, que sus propios hijos no terminen en el vicio o en la cárcel. Pero, para erradicar la coca y aclimatar la paz, el campo tiene que ser productivo. Los cultivos legales deben tener salida.
Al presidente Santos nadie le quita que logró firmar la paz con las Farc, y eso es histórico, un alivio real para el país. Y me consta que ha hecho esfuerzos por recuperar el sector rural. En el programa Colombia Siembra se cultivaron un millón de hectáreas. Un millón de gracias, Presidente. Sin embargo, faltó ‘Colombia vende’. Faltó quitar ese paso de la intermediación, donde el campesino pone el trabajo y llegan unos a poner el precio.

Es un absurdo, un atropello, dejar que se pierdan las cosechas. Y las esperanzas del campesino.

Si no se recupera el campo, la paz queda herida en un ala. Señor Presidente, en lo que le queda de mandato, hay que jugarse por los 2.500 kilómetros de vías terciarias, que son las vías de la paz. Se necesita asegurar las cosechas. Construir centros de acopio, tipo Federación de Cafeteros, y ponerlos en red.
Estos son puntos del programa de mi movimiento, el Polvo Democrático, así como enviar a los profesionales del agro a las escuelas rurales para hacer acompañamiento técnico a los labriegos y educar a sus hijos en labores agrarias para evitar que se vengan, a no ser que nombren a uno ministro. Y hacer comercialización.
Si la cosa está maluca, el Polvo le salva la yuca. Contra la intermediación, el Polvo es la solución.
Es un absurdo, un atropello, dejar que se pierdan las cosechas. Y las esperanzas del campesino.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
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