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En paz y amistad

'Los verdaderos amigos tienen que enfadarse de vez en cuando'. No lo dijo Uribe, sino Louis Pasteur, pero aquí se enfadan todos, y todos los días.

Luis Noé Ochoa
Hoy celebramos el Día del Amor y la Amistad, que es el de San Valentín en Norteamérica y se festeja en febrero con flores nuestras ‘tipo exportación’.
Del amor, nadie sabe hasta que lo sufre. Por eso, mejor hablemos de la amistad. “La amistad lo es todo. Vale más que el talento. Vale más que el gobierno. La amistad vale casi tanto como la familia”. No lo dijeron Álvaro Uribe, ni Juan Manuel Santos, sino Mario Puzo, el neoyorquino autor de 'El Padrino'.
‘Vale más que el Gobierno’, dijo. Ummm. Eso no se aplica acá, donde se pasa de San Valentín a San Valentón. Aquí han pasado esos tiempos en que entre Uribe y Santos se jugaba al amigo secreto. Recordemos que Uribe le regaló tres huevitos creyendo que su amigo debía ser muy Juan Manualito, obediente y devoto del mesías.
Pero Santos resolvió echar un huevito por cuenta propia, y mientras a todos los anteriores les había salido el huevo por la culata, a él le nació un polluelo de la paz, que ya alza vuelo.
Pero esta, que debería unirnos, ha dañado amistades. Muchos creen que los jefes guerrilleros deben recibir de regalo un uniforme a rayas que les dure muchos años. Pero así no es una negociación, así no entregan las armas.
“Los verdaderos amigos tienen que enfadarse de vez en cuando”. No lo dijo Uribe, sino Louis Pasteur, pero aquí se enfadan todos y todos los días. Y no parece haber poder humano que les haga dar la mano, como dijo Unamuno.
Así Uribe no le reciba el “detalle”, el Acuerdo empastado con mucho cariño desde Casa de Nariño, con una tarjeta en forma de paloma, este es un gran principio de paz para este país. Es la entrega de las armas y de la bandera de las Farc, así nos toque tragarnos unos sapos con moño verde. Pero es salvar vidas, evitar tragedias sin fin, más desplazados y sembrar esperanza de un campo mejor, donde lo más que se mate sea gallina.
La paz no es ya, pero como casi todo lo bueno empieza por un sí, debe ser un regalo de todos para este país. “Me voy a poner 'brackets' en la prótesis dental para reír ese día”, me dijo un viejito chistoso que caminaba por el Centro Democrático. Pues le tocará, porque se hace camino al hablar. Esto va bien.
Hoy, en los llanos del Yarí, muchos frentes oirán a sus comandantes explicar el acuerdo. Esta será, confiemos, la llave para que dejen las armas. Porque ellos también están cansados de la guerra. Como el caso de una guerrillera que anhela salir de la selva para recuperar su vida, para estudiar enfermería. Es decir, desea dejar de vacunar, para aprender a inyectar, salvar vidas. Esa es la paz.
Y es que esto implica también rescatar personas equivocadas, darles una oportunidad a los que no quieren estar más en el monte, donde de amor y amistad les darían unas botas pantaneras, balas para estrenar o un aborto. Eso es lo que se tiene que acabar. Porque muchos guerrilleros también están ‘secuestrados’ y desean tener la oportunidad de irse a abrazar a sus padres, dormir tranquilos, sin miedo al avión fantasma, ir a un baño limpio y cerrado, no con el cañón al aire. Muchos quieren salir, pero ya se sabe que desertar no es fácil.
Claro, pensemos en las víctimas primero, a quienes por culpa de esta guerra no han tenido días de amor, perdieron amistades, seres queridos, bienes, la tranquilidad, casi todo. Por ellos tenemos que luchar ahora. Por la verdad y la reparación. Esa es la paz. Y tenemos que ponernos de acuerdo, al menos poder debatir. ¿Sí o no? Parece inútil, pero ¿no pueden Uribe y Santos tomarse un tinto y discutir en paz y amistad? Es entre amigos que se deben decir las verdades, pero con respeto. ¿Sí o no? Feliz día.
Luis Noé Ochoa
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
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