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Mejores impuestos, mejor economía

Vargas puso un punto alto en el debate, con ideas claras, sin ambigüedades.

Luis Fernando Alarcón
El candidato Germán Vargas presentó el primer documento programático de su campaña, con los postulados generales de política económica y una exposición bastante precisa de lo que sería su reforma tributaria. Sin duda, Vargas puso un punto alto en el debate, con ideas claras, sin ambigüedades, respecto a lo que él considera que debe hacerse para devolverle el dinamismo a la economía.

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La apuesta es por el crecimiento y la competitividad, en un contexto de ortodoxia macroeconómica y fiscal. Estoy seguro de que las estrategias y reformas esbozadas serán miradas con beneplácito por la mayoría de analistas y académicos. Hoy quiero concentrar mis comentarios en lo que allí se explica detalladamente y está en el corazón del programa económico: la reforma tributaria.
En el diagnóstico se evidencia que la tributación de las empresas en Colombia es una gran barrera para el desarrollo de los negocios formales y el emprendimiento, en un mundo globalizado donde la competencia es la implacable regla del juego. Por eso, se busca depurar el sistema de la siguiente forma: 1) Un impuesto general a las utilidades de 30 %. 2) Eliminación de impuestos a la inversión, como el IVA y los aranceles a los bienes de capital. 3) Eliminación plena de impuestos sin sustento técnico. 4) Permitir la deducibilidad plena de costos y gastos, y la compensación sin límites de las pérdidas. 5) Garantizar estabilidad tributaria. 6) Eliminar la doble tributación y la renta presuntiva.
Las anteriores iniciativas vendrían acompañadas de la eliminación de exenciones, y para dinamizar la inversión se propone, para el período 2019-2021, permitir depreciar en dos años el 100 % de la inversión incremental en maquinaria y equipo, así como fijar una tarifa de impuesto a la renta de 10 % para los nuevos emprendimientos agropecuarios.
Frente a la situación actual, las anteriores propuestas implican una reducción sustancial del recaudo. Por ello, y para compensarla, se plantea la imperiosa necesidad de formalizar la economía mediante una lucha sin cuartel contra la evasión que, de acuerdo con múltiples estimativos, asciende a cerca de 9 % del PIB. La meta es reducirla a la mitad en cuatro años. De esa manera se busca que la carga tributaria se distribuya de una forma más equitativa y el país se formalice, con los efectos virtuosos que ello trae sobre el funcionamiento de la sociedad en su conjunto.
Soy consciente de que esta es la parte más polémica de la propuesta y que muchos dirán que el candidato Vargas y su equipo están pensando con el deseo y que esa es una meta imposible de lograr. Pero ahí está el meollo. Por un lado, el país no puede resignarse a un estado de cosas aberrante, donde solo las empresas más grandes y algunas personas naturales cumplen estrictamente con sus obligaciones, y, por el otro, los medios tecnológicos actuales y la cantidad de información disponible permiten diseñar estrategias efectivas para detectar y sancionar el incumplimiento de los contribuyentes.
Si se acepta que la Dian es la más importante empresa del país, la solución del problema requiere un enfoque novedoso. Cuando en una compañía las cosas no están funcionando adecuadamente y se pierde dinero por montones, hay dos caminos posibles: el negocio se cierra o se le vende a alguien que lo pueda manejar competentemente, lo que no es posible en este caso, o se le mete el diente, se coge el toro por los cachos, se rediseñan sus procesos, se ponen gerentes idóneos y se logra salir adelante. Sin duda, es lo que hay que hacer, para lo cual debe trabajarse desde ya, con la gente apropiada y asistencia técnica del mayor nivel.
Por fortuna, el candidato Vargas ha mostrado que es un gran ejecutor y cumple las metas que se propone. Este reto no debería ser la excepción.
LUIS FERNANDO ALARCÓN
Exministro de Hacienda
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Luis Fernando Alarcón
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