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Noruega dio el espaldarazo

Eterna gratitud les deben los colombianos a Noruega, a Cuba, a los gobiernos y funcionarios extranjeros que respaldaron el empeño de paz

Tengo que recordar que los colombianos que votamos Sí en el plebiscito quedamos con el alma en el piso al saber que por 55.000 votos habían ganado los que votaron No. La noticia nos cayó como un tsunami. Automáticamente, se paralizaron la reincorporación y el desarme de miles de guerrilleros que se alistaban para iniciar una vida sin violencia. Y los funcionarios extranjeros, que con gran generosidad nos ayudarían a dar el gran paso hacia la paz, quedaron sin saber qué camino coger. Además, hubo viaje relámpago de Humberto de la Calle, jefe de los negociadores, a La Habana.
El corresponsal y escritor británico John Carlin, quien ya le había dicho a Juan Carlos Iragorri que el Acuerdo de Paz firmado en La Habana serviría de modelo en el mundo, la víspera del plebiscito le dijo en EL TIEMPO a María Isabel Rueda: “Nada va a contrarrestar el ridículo mundial que ustedes van a hacer si votan No en el plebiscito”. El ridículo lo hicimos y fue titular de primera página en los principales periódicos del mundo.
El presidente Juan Manuel Santos, en medio de su preocupación y de su desconcierto por el inesperado resultado de un plebiscito que no era necesario –pero que él se empeñó en convocar para que los colombianos decidieran sobre lo acordado en La Habana–, luego de declarar que, hasta el último día de su mandato, seguiría insistiendo en buscar la paz en Colombia, les abrió las puertas del Palacio de Nariño a los grandes promotores del No, para analizar con ellos tanto sus inquietudes sobre lo que se había acordado en La Habana como sus nuevas propuestas, sobre qué habría que hacer para que el camino de Colombia hacia la paz no se interrumpiera.
De esa reunión, que duró más de cuatro horas –que nos pateamos los televidentes, pues hubo programadoras que durante ese tiempo mantuvieron sus cámaras enfocadas en una puerta del Palacio de Nariño–, vimos salir un victorioso equipo del No. Adelante el senador Álvaro Uribe; luego, aspirantes a la presidencia de la República: Alejandro Ordóñez, Marta Lucía Ramírez, Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque, quienes, en adelante, dictaron cátedra sobre cómo componer el Acuerdo de Paz, pues, según ellos, los negociadores, plegados a las exigencias de las Farc, entregaban el país al castrochavismo.
Antes de recibir la noticia que llenó de alegría a los colombianos, como fue que Noruega le otorgara el premio Nobel de Paz al presidente Juan Manuel Santos, los promotores del No vivieron su propio tsunami. Pues el gerente de la campaña uribista, Juan Carlos Vélez, confesó que, asesorado por expertos, utilizó trampas –yo diría miedos, mentiras, calumnias– para captar adeptos. Luego de tamaña confesión, Vélez tuvo que renunciar.
Mientras tanto, en Colombia triunfaban la fe y la esperanza. Con el premio Nobel concedido al presidente Santos, cuando todo estaba más enredado que nunca, después de haber perdido el plebiscito, Noruega les dio un espaldarazo al Presidente y también a las víctimas y a los miles de jóvenes que llenaron plazas y calles de varias ciudades pidiendo paz. Y tener en Colombia un Nobel de Paz es también un triunfo de los admirables negociadores que lograron firmar en La Habana un acuerdo de paz con las Farc.
Eterna gratitud les deben los colombianos a Noruega, a Cuba, a los gobiernos y funcionarios extranjeros que respaldaron el empeño de paz del presidente Santos. Confiemos en que pronto habrá paz en Colombia. Será un ejemplo en un mundo cada vez más violento.
Lucy Nieto de Samper
lucynietods@gmail.com
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