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Los justos

Los justos en el posconflicto son necesarios para algo más valioso que cuestionar el proselitismo.

Gustavo Duncan
Ya varios columnistas han mencionado la iniciativa del Centro Nicanor Restrepo de reconocer a los justos en el conflicto colombiano. Por justos se entiende a aquellos personajes que durante el conflicto, en palabras del director del centro, Carlo Tognato, “llegaron a apartarse o a traicionar a sus propios grupos sociales u organizaciones (...) y asumieron costos y riesgos personales para salvar vidas inocentes”.
En medio de la mezquina lucha entre quienes aspiran a construir versiones de la memoria del conflicto inclinadas a uno u otro lado para reclamar dividendos políticos, la iniciativa por identificar a los justos marca una ruptura. Desmitifica la superioridad moral de las distintas posturas y bandos al identificar personajes que, desde sus entrañas, tomaron riesgos para hacer lo correcto en contra de los intereses de su propio grupo.
Es más, la iniciativa debería extenderse a los fabricantes de memoria y verdad en el posconflicto. Los justos en el posconflicto serían quienes construyen versiones del conflicto ajustadas a la realidad y a los matices de la historia, así vayan en contra de sus preferencias ideológicas e incluso de sus intereses políticos y sociales.
Hoy, el país está inundado de versiones sesgadas de parte y parte. Se encuentran figuras cuestionadas por desfalcos al Estado hablando de las guerrillas como puros carteles del narcotráfico y de los líderes de los movimientos sociales, de manera general, como sus cómplices civiles. Hubo uno que alabó a Carlos Castaño y lamentó que el narcotráfico hubiera corrompido a los paramilitares. Como si los Castaño no hubieran sido parte del cartel de Medellín.
Al mismo tiempo se encuentran exguerrilleros que, a lo mucho, pidieron un perdón abstracto por sus secuestros y nunca han reconocido a sus víctimas, calificando de manera genérica como crueles paramilitares a los mismos grupos que ellos secuestraron. No tienen la menor sensibilidad para reconocer que la mayoría de estas personas quedaron en medio de un fuego cruzado y así como pagaron a los paramilitares, también les tocó pagar a la guerrilla.
Los justos en el posconflicto son necesarios para algo más valioso que cuestionar a aquellos que hacen proselitismo con la memoria y la verdad. Son la base de la reconciliación. Quienes padecieron el conflicto difícilmente van a perdonar si la historia los trata como simples y puros victimarios.
Gustavo Duncan
Gustavo Duncan
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