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¡Llegaron los rusos!

¿Hasta qué punto los ataques cibernéticos por los rusos determinaron la derrota de Hillary Clinton?

SERGIO MUÑOZ BATA
La evidencia de que Rusia intervino en la elección presidencial estadounidense es irrefutable. Lo dicen los directivos de todas las agencias de seguridad nacional: Inteligencia Nacional, la Agencia de Seguridad Nacional, la Subsecretaría de Defensa para Inteligencia, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el FBI.
Los rusos ‘hackearon’ los computadores del Comité Demócrata Nacional, diseminaron propaganda contra Hillary Clinton, lanzaron campañas de desinformación e inventaron y sembraron noticias falsas en medios sociales.
También es evidente que la ofensiva rusa tenía como objetivos facilitar el triunfo de Donald Trump, ensuciar la campaña de Hillary Clinton, difamarla y socavar el sistema democrático del país. Suponer que una empresa de este calado se podría realizar sin la aprobación del presidente de Rusia y exespía Vladimir Putin, más que ingenuo, sería estúpido.
En el plano moral, Estados Unidos difícilmente podría reclamar sin violentar su propio historial. Según el profesor Dov Levin, de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, Pensilvania (Estados Unidos), es el país que más veces ha intervenido en las elecciones de otras naciones. Sus investigaciones revelan que entre 1946 y el 2000, EE. UU. intervino en más de 80 elecciones (sin incluir las ayudas para dar un golpe de Estado, como, por ejemplo, en Irán en 1953 o Guatemala en 1954). Los rusos han intervenido en 36 elecciones, y China y la Venezuela de Hugo Chávez también han utilizado el recurso.
Así, los ciberataques rusos, más que una serie de actos insólitos y únicos, evidencian una evolución natural de los servicios de espionaje valiéndose de los adelantos tecnológicos de punta disponibles en este momento. La explicación de rutina, por otro lado, de ninguna manera disminuye la gravedad de lo sucedido; por el contrario, enfatiza la amenaza que se cierne sobre el Gobierno, las fuerzas armadas, la industria y el comercio porque muestra la capacidad que tienen los rusos de ‘hackear’ cualquier sistema computarizado. Por ello, lo urgente es reforzar las medidas de seguridad cibernética al tiempo que se articula una respuesta política rápida y contundente, mucho más fuerte que la ya impuesta por el presidente Barack Obama.
Otro asunto que queda al descubierto con el informe de seguridad es la precariedad del triunfo electoral de Donald Trump. Para los encargados de la seguridad nacional, no cabe duda de que los ataques cibernéticos rusos ayudaron al candidato republicano a llegar a la Casa Blanca.
¿Hasta qué punto fueron decisivos? Yo no creo que la derrota de Clinton en el Colegio Electoral se explique por un solo factor. Recordemos que, pese a todo, en el voto popular ella obtuvo casi 3 millones de votos más que su oponente. Que los ataques tuvieron un impacto muy negativo en su campaña es evidente. Cada vez que levantaba la cabeza recibía un nuevo golpe no solo de los rusos, sino de Julian Assange, el despreciable violador de mujeres y pirata cibernético que se quiere hacer pasar por periodista desde su guarida ecuatoriana en Londres.
La irresponsable carta del director del FBI, James Comey, al Congreso, a poco menos de una semana de la elección, en la que anunciaba el descubrimiento de unos correos en el computador de una asistente de Clinton que, según él, podrían ser o no significativos en el caso del uso de un servidor privado cuando era secretaria de Estado, sin duda causaron un daño tremendo a la imagen de Clinton.
Para mí, sin embargo, Clinton podría haber sobrevivido a la andanada rusa, de Assange y del FBI si tan solo ella y su equipo hubieran hecho su trabajo en cuatro o cinco estados que tradicionalmente habían apoyado a candidatos del Partido Demócrata y que finalmente perdió por márgenes minúsculos.
SERGIO MUÑOZ BATA
SERGIO MUÑOZ BATA
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