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RIP al PRI

Lo anómalo habría sido que México no eligiera un gobierno de izquierda después del derrumbe del PRI.

Andrés Manuel López Obrador tenía 15 años y asistía a la escuela de Tepetitán –el pueblo tabasqueño donde nació– cuando se produjo, el 2 de octubre de 1968, una de las peores masacres en la historia moderna de México: la matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco, un emblemático lugar de la capital mexicana que se convirtió por este motivo en un símbolo de represión por excelencia. La trágica noticia no llegó desnuda al poblado del sureste de México, como tampoco al resto del país. La prensa, dócil al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, solo publicó la versión oficial, según la cual “manos extrañas” habían protagonizado la sangrienta jornada para dañar la imagen de la nación, que se alistaba a inaugurar los XIX Juegos Olímpicos, los primeros en un país latinoamericano.
Los mexicanos eran gobernados con mano de hierro desde 1928 por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), autoerigido en el heredero y defensor de la Revolución de 1910, el acontecimiento más importante en la historia mexicana. Durante aquellos años casi nadie en México se atrevía a desafiar al PRI, que había elegido a otros nueve presidentes sucesivos antes de Díaz Ordaz y después elegiría a otros seis, con la interrupción de dos períodos que ganó el derechista Partido Acción Nacional (PAN), su tradicional adversario. Pero Tlatelolco cambió todo. Al ser difundida al mundo la verdad de lo ocurrido por periodistas extranjeros que presenciaron la masacre, como la italiana Oriana Fallaci, México quedó al nivel de las más sangrientas dictaduras latinoamericanas. Nunca se supo el número exacto de muertos en la plaza, sobre la cual dispararon tropas del ejército y la policía desde los cuatro costados cuando varios miles de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) realizaban allí un mitin. Los cálculos oscilaron entre 200 y 1.500.

El ocaso del que fuera todopoderoso partido coincidió con el ascenso político del estudiante de Tepetitán, que comenzó en la década de 1970, la de su ingreso a la Unam.

Los efectos de este traumático episodio no fueron inmediatos, aunque la difusión de la noticia eclipsó los Juegos Olímpicos y cambió para siempre la imagen que los mexicanos tenían de su gobierno. Hasta el mandato de Díaz Ordaz, el PRI había mantenido el lenguaje revolucionario y recibido el apoyo de la mayoría de los mexicanos. Eran usuales las expresiones de respeto y casi de veneración hacia el jefe del Poder Ejecutivo. Los actos en su honor evocaban la grandeza del imperio azteca y el lujo de Moctezuma. Esto podía apreciarse en las ocasiones solemnes, como la del Grito de la Independencia el 15 de septiembre, cuando se conmemora el que lanzó el cura Hidalgo en 1810 para iniciar la revuelta contra el imperio español. Al revelarse el lado oscuro del régimen, el PRI comenzó a declinar, y en los años siguientes su desgaste fue en aumento hasta llegar al pobre resultado de este mes.
El ocaso del que fuera todopoderoso partido coincidió con el ascenso político del estudiante de Tepetitán, que comenzó en la década de 1970, la de su ingreso a la Unam. Como otros jóvenes interesados en la vida pública, López Obrador se hizo inicialmente priista y participó en una corriente democrática interna que buscó recuperar las raíces del partido pero no lo consiguió. En 1988 se retiró y fundó con otros expriistas, entre los que se destacaba Cuauhtémoc Cárdenas, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que presidió después y en cuyo nombre fue elegido alcalde de Ciudad de México en el año 2000. En 2006, a la cabeza de una coalición de izquierda, venció al candidato del PRI pero fue derrotado por menos de un punto porcentual por el candidato del PAN. En 2012 superó al PAN, pero perdió con el PRI.
En ambos casos, las diferencias fueron pequeñas y hubo sospechas de fraude. No es de sorprender, por esto, que la tercera fuera la vencida. Lo anómalo habría sido que México, donde triunfó la primera revolución popular de América Latina en el siglo XX, no eligiera un gobierno de izquierda después del derrumbe del PRI.
LEOPOLDO VILLAR BORDA
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