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La única revolución

Con la muerte de Fidel se acabó para siempre y oficialmente el tiempo de las revoluciones armadas.

Cristian Valencia
La única verdadera revolución en Latinoamérica fue la cubana, liderada por Fidel. Creo yo que aunque casi todos los países quisieron tener la suya propia, ninguno contó con un Fidel ni con la suma de barbudos carismáticos que se juntaron en Cuba. El momento para incubarla era ese: la década del cincuenta, y las coordenadas geográficas eran las de la isla de Cuba.
Una réplica de aquello no podría darse en otra parte porque ni era el tiempo ni era el lugar. Pero todos los países latinoamericanos intentaron por todos los medios una réplica. Todos los países latinoamericanos intentaron su revolución, exceptuando quizá, y con seguridad me equivoco, Panamá.
Porque lo que pasó en Cuba, gracias a Fidel, hizo que todos creyéramos que una cosa así era posible. Era tan romántica la idea, tan heroica en su momento, que no atreverse a una revolución local rayaba en la cobardía, entre otras cosas porque al mismo tiempo que las ideas libertarias, los militares de toda Latinoamérica estaban envalentonados. En ese entonces, cada vez que se emborrachaba un general con sus amigos y, entre tragos, comenzaba a hablar de la situación del país que les tocó en suerte, por lo general terminaban entrando a saco al palacio local, echando al presidente a patadas y declarando el golpe de Estado.
Yo sí creo que fue romántica y heroica la revolución en su momento. Hoy en día es indefendible la lucha armada, pero sin la enorme contribución de la Revolución cubana seríamos países más viles, más abyectos, menos dignos. Algo de dignidad recuperamos todos cuando Fidel entró triunfal en La Habana. Esa poca dignidad que recuperamos como pueblo está en forma de escuelas por ahí, en carreteras, en colegios públicos y universidades públicas.
Con la muerte de Fidel (q. e. p. d.) se acabó para siempre y oficialmente el tiempo de las revoluciones armadas y de los rebeldes.
Quiero enumerar algunas de las réplicas fallidas de la Revolución cubana en Latinoamérica, a manera de réquiem por ellas: en Bolivia estuvo la Guerrilla de Ñancahuazú, dirigida por el comandante Che Guevara, que se terminó cuando lo mataron; en Perú la intentaron de muchas maneras: Sendero Luminoso, Eln, Movimiento de Izquierda Revolucionaria y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.
En Argentina estuvieron los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo.  En Chile, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el Movimiento Juvenil Lautaro y la Vanguardia Organizada del Pueblo.  En Ecuador, Alfaro Vive ¡Carajo!; en Venezuela, las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. En Uruguay, el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. En Paraguay, el Ejército del Pueblo Paraguayo. En Brasil, los famosos Comandos de Liberación Nacional. En Honduras, la Unión Democrática. En Costa Rica, un movimiento rebelde que duró tres años, La Familia; en Guatemala, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca. En El Salvador, el famoso Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional; en México, la Liga Comunista, el Ejército Zapatista, el Ejército Popular del Pueblo. Y en Nicaragua, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, que logró el poder y lo tiene aún, pero, como dije al comienzo, ya no era el tiempo para eso, no había confabulación de los astros y llegaron tarde a la poesía.
Y claro, todos los grupos de Colombia: las Farc, que dejarán las armas pronto; el M-19, que ya las dejó; el Epl, del que todavía quedan unos por ahí; el Eln, que está en negociaciones para dejar las armas, solo por nombrar algunos entre decenas que hubo en el país.
Todos estos rebeldes querían lo que Cuba consiguió. Y no pudieron.
Cristian Valencia
cristianovalencia@gmail.com
Cristian Valencia
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