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La nueva derecha

De ese castrochavismo nunca hemos estado vacunados y siempre habrá que confrontarlo en elecciones.

JOHN MARIO GONZÁLEZ
Es triste y lamentable. No porque la paz la esté edificando un presidente liberal con una agenda progresista y un equipo netamente liberal. Lo digo porque, a pesar de que los gobiernos conservadores fueron los iniciadores y más osados en la búsqueda de la paz y de que el expresidente Uribe arrinconó a las Farc, el papel que ha desempeñado la derecha y los partidos Conservador y Centro Democrático que la representan terminó extraviado y deslucido.
El proceso de paz era la gran oportunidad de actuar con magnanimidad, pero también para demostrarle al país el error histórico de la izquierda insurgente. Para desmitificar fábulas que ciertos sectores y amigos míos, como León Valencia, han contribuido a instalar en el inconsciente colectivo, según las cuales hubo decisiones políticas de una élite que “nos metieron en esta guerra”, si no hubiera sido por los chulavitas o el Frente Nacional no estuviéramos en esta guerra. Falso de toda falsedad. Mucho antes del nacimiento de las Farc, el Partido Comunista y siniestros personajes como Juan de la Cruz Varela ya habían creado una máquina de terror con la que asesinaban, como a la familia de María Ernestina Forero en 1955, una desplazada de La Cabrera (Cundinamarca), tal cual consta en entrevista de El Tiempo del 25 de octubre de 1961. La violencia política incubada desde los años 30 en Santander y Boyacá, el bandolerismo que arreciaba en el norte del Valle en ese entonces −registrado por El Espectador el 4 de junio de 1936−, y masacres como la de conservadores en Gachetá, en enero de 1939, testimonian el cuentazo que muchos colombianos le creyeron a ‘Tirofijo’ cuando dijo que la guerra se armó porque “le habían matado unas gallinas y unos marranos”.
Pero la derecha perdió la oportunidad no solo de ser protagonista, sino de alentar la corrección de tales desvaríos históricos, en medio de una bancada conservadora sin vuelo, con un exmandatario como Andrés Pastrana que no se sabe si fue peor como presidente o expresidente y a quien hasta su excomisionado de paz, Víctor G. Ricardo, lanza ahora críticas veladas, como aquella de que “quien ha intentado la paz no puede ser ni envidioso y, menos, mezquino”.
Una derecha con personajes advenedizos como el saliente procurador Ordóñez, a quien lo abrumó la gravedad del cargo y se extralimitó en sus funciones, pues de perder el ‘No’, ¿en qué va a quedar su proselitismo, su lobby en contra del proceso de paz en el Congreso estadounidense, en la Corte Penal Internacional o sus prematuras y maximalistas cartas a Santos y a la opinión pública?
Una derecha como la del Centro Democrático, enceguecida con la soberbia de Uribe, que pasó de las admisibles objeciones a los argumentos peregrinos, como el de que el Acuerdo de La Habana es una política chavista; ello, pese a que lo pactado está revestido de retórica e intenciones de ríos de miel y leche que por lo mismo no se van a cumplir. El riesgo del chavismo en realidad siempre ha estado presente, encarnado por políticos como Petro, quien paradójicamente registra altas preferencias en las encuestas presidenciales, a pesar del desastre de la Bogotá Humana, la cual no era otra cosa que un abultado gasto público para comerse la ‘bonanza’, al igual que el espejismo de Lula, devenido en cataclismo en Brasil. Pero de ese castrochavismo nunca hemos estado vacunados y siempre habrá que confrontarlo en elecciones. Son esos errores y extravíos de la derecha conservadora y uribista los que la dejarán debilitada, legitimarán a Vargas Lleras casi como única opción en ese flanco del espectro político, aunque con un proyecto en el fondo liberal, y a Uribe casi con seguridad le pasen la cuenta de cobro de una tercera derrota en serie, como a la Anapo tan solo dos años después de sus históricos resultados en las elecciones de 1970. Más vale una urgente reinvención de una derecha conservadora sensata y sin intransigencias que tanto ha contribuido a la construcción de este país.
JOHN MARIO GONZÁLEZ
JOHN MARIO GONZÁLEZ
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