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La fractura de la realidad

¿Quién falsea la realidad: los republicanos o los demócratas?

Apenas terminado el último discurso sobre el estado de la Unión del presidente Barack Obama, la oposición republicana lo acusó de falsear la realidad. La reacción, aunque predecible, revela la dimensión de la fractura del país en dos facciones ideológicamente irreconciliables.
Una ruptura que no es nueva. Ya en la convención del Partido Demócrata en 1984, el entonces gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, le recriminaba al presidente Ronald Reagan la cortedad de su visión del país. En ese entonces, Reagan presumía de liderar un país “excepcional”, al que definía como “la brillante ciudad en la colina” que no requería de cambios dramáticos, sino de pequeños ajustes porque, a su juicio, la pobreza de algunos de sus habitantes era solo un reflejo de la debilidad de su carácter.
Contra esta visión, Cuomo veía en la historia del país la Historia de dos ciudades, de Charles Dickens. Un país en el que coexistían “el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también de la locura, la época de las creencias y de la incredulidad, la era de la luz y de las tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”.
En el 2015 persiste el desencuentro entre las dos visiones. Mientras que los republicanos siguen defendiendo el derecho de los ricos a ser cada día más ricos, los demócratas se preocupan cada día más por la creciente desigualdad. En Estados Unidos, el 1 por ciento más rico de la población acaparó el 95 por ciento del crecimiento económico posterior a la crisis financiera entre el 2009 y el 2011, mientras que el 90 por ciento con menos recursos se ha empobrecido en este período.
Este es, precisamente, el contexto de un discurso presidencial que aboga por la justicia económica, recortándoles beneficios fiscales a los más ricos para transferirlos a las familias de clase media. Un discurso en el que Obama propuso que dos años de estudios en los colegios comunitarios sean gratuitos y en el que planteó reducir los impuestos a las familias para que puedan tener cuidado infantil asequible.
También abogó por una ley que garantice el mismo salario a una mujer que hace el mismo trabajo que un hombre, y retó a los congresistas renuentes a subir el salario mínimo e intentar mantener a su familia con un salario de 15.000 dólares mensuales. Considerando que Estados Unidos es el único país avanzado económicamente que no garantiza la licencia pagada por enfermedad o maternidad a 43 millones de trabajadores, Obama sugirió aprobar una ley que ofrezca siete días de licencia pagada por enfermedad. Y anunció que no retrocederá en el acuerdo sobre cambio climático con China para reducir la polución de carbono estadounidense y limitar las emisiones chinas.
En seis años, Obama ha sacado al país del hoyo económico en el que lo dejó su antecesor, el republicano George W.
Bush, y hoy la economía crece y genera empleos al ritmo más rápido desde 1999. La tasa de desempleo es menor que la de antes de la crisis financiera y millones de personas tienen hoy seguro médico. Terminaron las guerras contra Irak y Afganistán y, después de medio siglo de políticas equivocadas, se han reanudado las relaciones diplomáticas con Cuba.
Los republicanos, por su parte, siguen negándose a actuar para detener el cambio climático, siguen diciendo que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva, le niegan a la mujer el derecho a decidir qué hacer con su cuerpo, insisten en deportar a 11 millones de trabajadores indocumentados y quieren revertir la reforma sanitaria, que ha beneficiado a millones de personas.
Analizando las propuestas de ambos partidos, yo no tengo duda de que los que falsean la realidad son los republicanos, ni de que las propuestas demócratas presentan un futuro mejor para mis hijos y nietos.
Sergio Muñoz Bata
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