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'La foto de la paz, a mil'

En marzo, seguramente, saldrán a la luz anécdotas discretas de la histórica foto de La Habana.

Héctor Pineda
El apretón de manos entre el presidente Juan Manuel Santos y ‘Timochenko’, el jefe de la guerrilla de las Farc, desabrochó recuerdos de hace medio siglo. La escena surrealista (como muchas cosas en el M-19) de hasta ese día combatientes guerrilleras luciendo sombreros pavas de encajes transparentes y flores de tafetán no reñían con el paisaje de bosque andino y el barrizal del improvisado escenario rural de la formalización de la desmovilización guerrillera. El Ministro de Gobierno, un ex comunista furibundo cultor de la derecha y el Comandante del M-19, con palabras de esperanzas, sellaron el camino del fin de la guerra. Días después, en pleno palacio presidencial, estrecharon sus manos el presidente Virgilio Barco y el comandante del M-19 Carlos Pizarro.
Aquellos días, previos también a unas elecciones locales, recuerdo, Carlos Pizarro lanzó su nombre a la Alcaldía Mayor de Bogotá. Medio siglo después, un líder de la organización guerrillera desmovilizada, Gustavo Petro, sería elegido en dicho cargo. Por los tiempos pretéritos, varios jóvenes universitarios agitaban la propuesta de la ‘Séptima Papeleta’, solicitando la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. La participación fue desbordante. El pronunciamiento del más alto tribunal de lo constitucional de entonces, la Corte Suprema de Justicia, si mi memoria no falla, sumado al renovado ambiente político generado por la firma del fin de la guerra del M-19, abrieron el camino a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, escenario en el que escribió la Carta Política vigente. Desde un escenario multicolor, como no se había visto desde un siglo atrás, se redactó la Constitución.
Los escenarios de hoy, por supuesto, son distintos y distantes. La aproximación, sin duda, se la debemos a la magia de las comunicaciones de la Aldea Global. No habían pasado más de cuarenta y ocho horas de haberse anunciado la concreción de acuerdo de las partes en el delicado asunto de justicia, en el que la oposición uribista había fincado la apuesta de imposibilidad de acuerdos, cuando el Presidente anunció su viaje a La Habana para entrevistarse con el comandante de la guerrilla más antigua en el mundo. El anuncio del periplo presidencia, antes de viajar a las Naciones Unidas, la verdad sea dicha, nos tomó por sorpresa. Horas después, las manos del Presidente cubano propiciaron el apretón de manos del quien en el pasado, como ministro de la Defensa, le propinara los golpes más contundentes (Operación Jaque, y la muerte de Reyes, Cano, entre otras) a la guerrilla fariana. “La paz se hace entre enemigos”, recordé la manida frase.
Así pues, cuando el anuncio proyectado para marzo del próximo año se haga realidad, seguramente saldrá a la luz pública el tejido de anécdotas discretas que hizo posible la histórica foto de La Habana. Por ahora, desde distintas orillas, se escuchan voces de aliento y apoyo. También, por supuesto, la reacción descompuesta de sectores que se niegan, tercamente, la aceptación del final pactado de la guerra. Hasta con el recurso de la mentira intentan despreciar el logro histórico. Desde otros países, la voz del Presidente y altos dignatarios de los Estados Unidos ofrecen respaldo al proceso. El Vaticano, en la voz del Papa, que visitó por esos días a Cuba, insiste en que no se puede admitir una frustración más en la paz de Colombia.
Entonces, en un ambiente de renovada esperanza finalizó la semana. El viernes pasado, en horas de la noche, en plena Carrera Séptima (ahora peatonal) pregonaban “la foto de la paz, a mil”. Un nuevo ánimo, por lo menos en Bogotá.
Héctor Pineda
tikopineda@gmail.com
Héctor Pineda
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