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La educación de Santos

¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que este gobierno nombre un ministro de Educación en propiedad?

Juan Pablo Calvás
¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que este gobierno nombre un ministro o ministra de Educación en propiedad? ¿Debemos esperar las fiestas de Cartagena (ahora sin reinas) o la llegada de Papá Noel para que por fin el sector educativo tenga una persona que responda y atienda sus urgencias?
¿Esta es la prioridad que el presidente Santos le da a uno de los asuntos de mayor trascendencia para el desarrollo en cualquier país? ¿O será que para tener nuevo ministro es necesario que se finiquite el proceso de paz con los señores de las Farc? ¿No debería ser antes? ¿Acaso paz y educación no van de la mano?
Llevo varios días haciéndome estas preguntas, mientras siguen llegando noticias sobre asuntos que atraviesan diversas ramas del sector educativo en Colombia y que, en muchos casos, se quedan sin respuesta.
Resulta irónico que el mismo Presidente que el 23 de junio pasado dijo en La Habana que “las balas escribieron nuestro pasado. La educación, nuestro futuro” hoy ande dándole largas al nombramiento de un administrador capaz y progresista para una cartera esencial para proyectar la Colombia del mañana. ¿Será que como sin plebiscito no hubo paz, entonces ya no vale la pena pensar en el futuro? ¡Qué rápido olvida Santos! Eso lo dijo hace apenas cuatro meses.
Las vanas palabras del Presidente quedan en evidencia con el desastre del campus de la Universidad Nacional, que día tras día se desmorona ante la mirada de profesores y estudiantes. La escuela de Cine y Televisión se desploma como si fuera una maqueta de efectos especiales; el edificio de Bellas Artes está hoy atravesado por una inquietante y gigantesca grieta que parece sacada de una obra de Doris Salcedo; entre tanto, el edificio de Ciencias Naturales está lleno de goteras que no son objeto de estudio científico por parte de las directivas. Se necesitan cerca de 2 billones de pesos para recuperar el campus, y nada pasa; solo el tiempo, desde aquel 30 de agosto en que la ministra Gina Parody pidió una licencia que luego se convirtió en renuncia.
Eso nos lleva a la historia que provocó la crisis.
No podemos echar al olvido el embeleco de la “ideología de género” inventado por algunos sectores ultraconservadores para ir en contravía de una educación sexual a la altura de los tiempos que vivimos. Alguien debe llegar al Ministerio de Educación para poner punto final a esta polémica y, de una vez por todas, trazar las estrategias y políticas educativas en torno a la diversidad de género. ¿O es que ahora vamos a entrar en un periodo negacionista en el que en los colegios no se pueda siquiera hacer referencia a la existencia de la población LGBT? ¿Será que Santos terminará nombrando ministro del Opus Dei? ¡Faltaba más!
Dirán los defensores del Gobierno que Gina Parody no renunció sino hasta el 4 de octubre y que antes estaba en una licencia para promover el Sí al plebiscito. Según ese escenario optimista, el Ministerio llevaría apenas tres semanas sin cabeza, lo cual ya es el colmo. Sin embargo, hay que llamar las cosas como son: si Gina se fue de licencia, no fue por gusto; a ella la alejaron de las cámaras y los micrófonos, que tanto daño les hicieron a ella y al Gobierno con el escándalo de las iglesias cristianas y la llamada cartilla de género, para minimizar su protagonismo, que podía ser lesivo para la campaña del plebiscito.
A Gina, en una batalla justa, la abandonaron; y, tras ella, el Presidente abandona al Ministerio de Educación. Tal vez sea una claudicación ante las balas. Otra batalla que pierde el Gobierno.
#PreguntaSuelta: ¿será que al final Santos sí termina haciéndole conejo al No?
Juan Pablo Calvás
Juan Pablo Calvás
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