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La corrupción, ¡qué cansancio!

Los políticos no han sido capaces de hacer una ley realmente severa que castigue a los corruptos.

Primero que todo está la corrupción, la que hace posible todos los demás males de este país. La existencia de un Estado corrupto que se roba la plata de todos los contribuyentes es el caldo de cultivo apropiado para que entren en escena distintas guerrillas, que en teoría están contra ese Estado corrupto; al entrar las guerrillas a amenazar el statu quo de los corruptos, entran en escena los paramilitares en todas sus denominaciones (‘paracos’, ‘bacrim’, ‘Úsugas’, ‘Urabeños’, etc.).
Los medios de comunicación y nosotros, los periodistas, en nuestro afán de informar las noticias diarias nos quedamos, por lo general y con justa razón, en las acciones de guerrilleros y paramilitares. A veces denuncian desfalcos, pero no pasan de ir lanza en ristre contra un personaje de la vida pública, de tal suerte que el gran andamiaje de la corrupción conserva su bajo perfil, su invisibilidad.
Últimamente la corrupción se ha vuelto visible, más que en otros tiempos, gracias a los avances de la informática. Nos damos cuenta, por ejemplo, de que los corruptos que se robaron Interbolsa, que malograron 4.000 millones de dólares en Reficar; que recientemente se tumbaron el hospital de Kennedy, que desocuparon las arcas del Distrito Capital de Colombia, que Chambacú, que Agro Ingreso Seguro, que se robaron el Seguro Social y dejaron un poco de traficantes de la salud, que acabaron el Idema, que desmantelaron el Incora, que hicieron trizas los Caminos Vecinales, que se robaron los Ferrocarriles Nacionales, que (escriba aquí un desfalco que recuerde). Nos damos cuenta, decía, de que esos corruptos o no están presos o están cumpliendo penas que dan risa en lugares que dan risa.
El señor que se robó un caldo de gallina estará pagando entre dos y cinco años en una cárcel de verdad, a la colombiana, hacinado, a merced de las mafias de los patios, esposado cuando va a cumplir una diligencia a un juzgado; mientras el corrupto que robó miles de millones anda por ahí en cárceles especiales con todas las comodidades.
Pero eso no es importante en este escrito, porque no quiero caer en el ruido que hacen estas circunstancias coyunturales, sino que quiero que pensemos en sobre quién o quiénes recae la culpa de todo este desastre. Voy a devolver el entramado.
Existen paramilitares que combaten las guerrillas (‘Urabeños’, ‘Úsugas’, oficinas de ‘paracos’, etc.); existen las guerrillas (Farc, Eln, Ejército Guevarista, etc.) que se alzaron en armas contra un Estado corrupto en defensa del pueblo (aunque sea teóricamente, por favor, no se queden patinando en este punto); y existe un Estado corrupto que no tiene titulares aparentes porque es una maquinaria. ¿Quiénes operan esa maquinaria? Los políticos.
A este país se lo roban a diario y ellos, los políticos, no han sido capaces de hacer una ley severa (de verdad severa) que castigue a los corruptos, cosa que a cualquiera le debe parecer muy sospechosa. ¿Por qué no han sido capaces? O porque están metidos, o porque quieren disfrutar de esta ‘ley fisherprice anticorrupción’ cuando les dé por meterse en la maquinaria de la muerte, o porque están amenazados de muerte por el brazo armado de esa corrupción, o porque han transado algunas cosas en su ética personal de bolsillo.
Vamos a tener que inventar un símbolo para que se enteren de que repudiamos la corrupción como el peor mal; y que queremos ver a los corruptos pagando 25 años de cárcel sin derecho a rebajas de ninguna clase. Porque solo así acabaremos con ese mal.
Tiene que ser un símbolo de fácil uso, que no cueste dinero. Escucho propuestas en este correo: cristianovalencia@gmail.com
Cristian Valencia
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