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La Candelaria años 50

A los integrantes históricos y nuevos del teatro La Candelaria nuestras congratulaciones y gratitud.

Jotamario Arbelaéz
Quienes hemos trasegado la vida cultural colombiana y bogotana desde un poco antes de los años sesenta sabemos que el personaje clave ha sido Santiago García, a todas luces un genio dadas sus capacidades y sus ejecutorias. En 1958, cuando Gonzalo Arango desenfundaba el Nadaísmo en Medellín y Cali, él echaba a andar en Bogotá, con Fausto Cabrera, el teatro El Búho, donde se montaría la primera obra del ‘profeta’, 'Nada bajo el cielorraso'. Iniciado por el maestro japonés Seki Sano, en la prodigiosa ciudad de Praga estuvo algunos años empapándose en la técnicas de Bertolt Brecht, que emplearía en adelante con tanta intensidad y eficacia que muchos años después, el aclamado director teatral italiano Eugenio Barba, al contemplar la obra 'Guadalupe años sin cuenta', lo consagró como un Bertolt Brecht redivivo.
En la época cuando Marta Traba, antes de que la expulsara del país el presidente Lleras Restrepo, empezaba en la Universidad Nacional el Museo de Arte Moderno, Santiago establecía, con Carlos Duplat, Fausto Cabrera y Dina Moscovici, el Teatro Estudio de la Universidad Nacional. Allí montarían obras tan impactantes como 'Galileo Galilei', de Brecht, y 'El jardín de los cerezos', de Chejov. En el Teatro Odeón veríamos más tarde, cuando Santiago compartía apartamento con Gonzalo Arango, 'Un hombre es un hombre', de Brecht. Y cuando los nadaístas de Cali fundamos el Festival de Vanguardia, invitamos al grupo a presentar 'El cuento del zoológico', de Albee. Gracias a esa presentación se operaría el abrazo entre el grupo de García y el de Enrique Buenaventura, ambos de tendencia brechtiana, pero que diferían en que el de Bogotá simpatizaba con el teatro del absurdo y el de Cali con obras clásicas y folclóricas como 'Edipo rey' y 'A la diestra de Dios Padre'. Nuestra invitación significó que los dos grupos hicieran las paces y en próximos Festivales de Arte, que dirigía Fanny Mikey, fueran invitados al Teatro Municipal con obras inolvidables como 'Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat, representada por los locos del asilo de Charenton y dirigidos por el Marqués de Sade', de Peter Weiss, con actuaciones estelares de Gustavo Angarita y Vicky Hernández, y 'La cocina', de Wesker.
En la actualidad, cuando el grupo La Candelaria cumple 50 años de actividades ininterrumpidas, este personaje fantástico y ahora un ser encantado, presa del alzhéimer, da vueltas por el barrio acompañado por la morena Sandra Rincón, recibiendo el homenaje de los transeúntes.
El relevo en el manejo del teatro fue asumido por la mujer de Santiago y madre coraje de su espléndida hija Catalina, Patricia Ariza, una de las fundadoras del nadaísmo, dramaturga y poeta, quien con igual talento y entereza y acervo de premios mundiales ha seguido proyectando la misión elegida de interpretar la historia del país y del mundo a través de sus valientes montajes. Esta misión siempre estuvo sostenida por la valoración socialista de los hechos, lo que en ocasiones les causó persecuciones de la derecha, en especial cuando la liquidación masiva de la Unión Patriótica. Anécdota destacable es que la casa que ocupa hoy el teatro La Candelaria fue ayudada a conseguir por el líder conservador misteriosamente asesinado Álvaro Gómez, quien iba a ver sus obras en la Casa de la Cultura camuflado con un bigote postizo como el que utilizó para entrar y pedir un whisky en el bar donde lo dejaron sus secuestradores del M-19.
A Patricia, a Carlos Satizábal que tan bien la secunda, y a los integrantes históricos y nuevos de La Candelaria, en nombre de todos los compañeros de lucha desde el arte y de sus espectadores de siempre, nuestras congratulaciones y gratitud, y que ahora que viene la paz sigan ondeando ante el mundo como el orgullo de Colombia que representan.
Jotamario Arbelaéz
jotamarionada@hotmail.com
Jotamario Arbelaéz
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