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¡Que se acabe esto ya!

El incremento de temperaturas terminará por convertir nuestra fértil tierra en un mundo inhabitable.

Juan Pablo Calvás
Debo confesar con algo de vergüenza que tengo una nueva religión: el calentamiento global. Creo en él y, por ende, creo que ese apocalíptico anuncio del fin de nuestra civilización hacia el año 2100 es algo que debemos recibir con alborozo.
No lo digo yo, lo dicen científicos como el profesor de geofísica David Rothman, quien la semana pasada, en La W, explicó que, por culpa de la aceleración de los ciclos del carbono, estamos muy cerca de repetir lo que hace millones de años ocurrió en tiempos de las extinciones masivas. El planeta, de manera inevitable, avanza raudo hacia el incremento de las temperaturas que terminará por convertir nuestra hoy fértil tierra en un mundo inhabitable.
Y digo que debemos alegrarnos del fin de esta civilización, porque como huéspedes de este planeta merecemos el castigo por no haber sido capaces de racionalizar el uso de nuestros recursos y, más aún, porque a pesar de que las alarmas ya están encendidas, seguimos encontrando formas para acabar con el medioambiente y, por ende, seguir aportando a la aceleración del calentamiento global.
Basta con echar un vistazo al inminente inicio de la exploración y explotación de hidrocarburos a través del fracking en Colombia. El anuncio lo hicieron desde Ecopetrol, donde ya están listos para desarrollar el primer proyecto piloto de fracturamiento hidráulico (fracking), que, en palabras sencillas, es un proceso a través del cual se logra extraer gas o petróleo fracturando las rocas del subsuelo con la ayuda de agua a altísima presión y algunos químicos.

Qué importa un día o 50 años más, cuando el negocio de acabar con los recursos naturales es más ventajoso que protegerlos

Investigadores y activistas medioambientales han hablado de la inconveniencia de este sistema para conseguir nuevos puntos de extracción de hidrocarburos, pero aquí en Colombia se justifica con la necesidad de ampliar la autosuficiencia petrolera y de gas hacia el futuro con el desarrollo de estas explotaciones no convencionales. El objetivo es pasar de 5 años de autosuficiencia a 10 o, tal vez, 15 años. Un objetivo loable, pero de altísimo riesgo.
En el año 2012, la Royal Society, en Londres, ya había hecho un llamado de atención sobre el riesgo que representa este tipo de explotaciones para los acuíferos que se encuentran en las zonas vecinas a las explotaciones. Existe un alto riesgo de contaminación de las aguas subterráneas y, sumado a eso, el peligro de fugas de gas metano.
Pero hay un inconveniente mayor: el destino de las aguas residuales que resultan de la mezcla de químicos y agua utilizados para fracturar la roca. Según el informe de la Royal Society, entre el 25 % y el 75 % del líquido inyectado vuelve a la superficie y son aguas altamente contaminadas. ¿Qué hacer con ellas? ¿Cómo garantizar que no terminarán en algún río o caño cercano a la explotación?
El ministro de Ambiente ha señalado que Colombia no está preparada para iniciar estas explotaciones; sin embargo, el paso que da Ecopetrol será imitado por otros actores del sector de los hidrocarburos, que ya se alistan para pedir licencias e iniciar las exploraciones de las explotaciones no convencionales. ¡Qué gran aporte a los objetivos de protección del planeta! ¡Gracias por pensar en el futuro del planeta!
Por eso es mejor que esto se acabe ya. Qué importa un día o 50 años más, cuando el negocio de acabar con los recursos naturales es más ventajoso que protegerlos.
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#PreguntaSuelta: ¿no hay forma de que el instituto de patrimonio de Bogotá haga algo para salvar el legendario Café Saint Moritz de la calle 16?
JUAN PABLO CALVÁS
Juan Pablo Calvás
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